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A sangre fría - Truman Capote

9.4.17



"Hasta una mañana de mediados de noviembre de 1959, pocos americanos -en realidad pocos habitantes de Kansas- habían oído hablar de Holcomb. Como la corriente del río, como los conductores que pasaban por la carretera, como los trenes amarillos que bajaban por los raíles de Santa Fe, el drama, los acontecimientos excepcionales nunca se habían detenido allí. Los habitantes del pueblo -doscientos setenta- estaban satisfechos de que así fuera, contentos de existir de forma ordinaria... trabajar, cazar, ver la televisión, ir a los actos de la escuela, a los ensayos del coro y a las reuniones del club 4-H. Pero entonces, en las primeras horas de esa mañana de noviembre, un domingo por la mañana, algunos sonidos sorprendentes interfirieron con los ruidos nocturnos normales de Holcomb..., con la activa histería de los coyotes, el chasquido seco de las plantas arrastradas por el viento, los quejidos lejanos del silbido de las locomotoras. En ese momento, ni un alma los oyó en el pueblo dormido..., cuatro disparos que, en total, terminaron con seis vidas humanas. Pero después, la gente del pueblo, hasta entonces suficientemente confiada como para no echar la llave por la noche, descubrió que su imaginación los recreaba una y otra vez..., esas sombrías explosiones que encendieron hogueras de desconfianza, a cuyo resplandor muchos viejos vecinos se miraron extrañamente, como si no se conocieran".

Por mucho que lo he escuchado decir no deja de sorprenderme lo cierta que se presenta a veces la expresión de "la realidad supera la ficción". Pero, ¿cómo puede ser que la realidad supere nuestra capacidad de imaginar, de inventar? Aun así, solo hace falta encender el televisor y poner las noticias y nos encontramos con crímenes espantosos que ni Highsmith podría haber ideado, con historias de corrupción que superan la inventiva de los guionistas de House of cards e historias más emotivas que esas películas que nos han hecho llorar una y otra vez. Hoy os traigo un clásico contemporáneo, una "novela de no ficción", tal y como lo llamaba su autor; A sangre fría, de Truman Capote.

La sociedad estadounidense se levantó conmocionada por la noticia del atroz crimen ocurrido en la pequeña población de Holcomb, en el estado de Kansas. Corría el año 1959 y la mala nueva sorprendió, no solo por la tranquilidad y la placidez de la zona o porque ningún vecino oyera nada aquella noche, sino porque la familia Clutter no tenían enemigos aparentes, se llevaban bien con todo el mundo, era una de las familias más respetadas de la comunidad. El padre, Herbert William Clutter, encarnaba el ideal de sueño americano; de origen pobre, había prosperado a base de esfuerzo, trabajo y constancia y había conseguido tener una granja, River Valley, y ser el segundo hombre más rico de la región. Sin embargo, William no había olvidado sus raíces, era un hombre religioso, abstemio, justo con los trabajadores, generoso con los vecinos, partícipe activo de la vida de Holcomb y muy admirado por cómo cuidaba a su esposa, Bennie, que sufría graves depresiones. De sus cuatro hijos, las únicos que seguían viviendo en la casa eran los adolescentes Nancy y Kenyon. Todos fueron sangrienta y brutalmente asesinados, sus vidas interrumpidas para siempre. ¿Quién lo ha hecho? ¿Por qué?

Cuando Capote leyó en Nueva York la noticia del asesinato en el periódico se desplazó inmediatamente a Holcomb y empezó a investigar el crimen a lo largo de más de cinco años, junto a policías y vecinos primero, y con los asesinos presos después. Con una maestría inigualable el autor relata con estricto orden cronológico toda la historia de este crimen que hizo que los vecinos de Holcomb, antes confiados y amables, empezaran a cerrar la puerta con llave, a imponer toques de queda y a mirarse con recelo y sospechas entre ellos. La primera parte de la novela ("Los últimos que los vieron vivos") describe lo suficiente de la rutina de la familia Clutter y la personalidad de sus miembros para que nos encariñemos con ellos antes de que les llegara la desdicha. Sin embargo, paralelamente también narra los primeros días fuera de la cárcel de Dick Hickock y Perry Smith, quienes siete años después serían ahorcados por el asesinato de la familia Clutter. Poco a poco el lector verá como ambos hilos argumentales se van acercando hasta la fatídica noche del asesinato. Sin embargo, y para mi sorpresa, Capote sigue narrando los años posteriores al asesinato; desde su persecución hasta su ahorcamiento, pasando por el largo y complejo proceso judicial, desarrollando con la frialdad de un cirujano la anatomía del crimen, desde la primera de sus causas hasta la última de sus consecuencias.

Aunque las malas lenguas dicen que Truman Capote tuvo una relación con Perry Smith durante sus años de encarcelamiento, en la novela no se casa con ninguno de los personajes, adoptando una estricta neutralidad y un estilo que, aun frío y periodístico, consigue conmover al lector. Así, la ambición de Capote fue, partiendo de los hechos innegablemente injustos y abyectos, acercarse a la perspectiva de los asesinos. Los asesinos no son asesinos y punto, así en genérico, como debieron salir en los titulares de los diarios, sino que eran Dick y Perry, con sus diferencias, sus problemas, sus circunstancias e incluso, especialmente a lo que a Perry representa, su ingenuidad. Capote ha conseguido que me sienta asqueado por los actos de estos asesinos pero que a la vez también sienta cierta compasión por ellos. Esta novela de no ficción ha conseguido que me ponga en los zapatos de estos asesinos que en un principio me parecieron monstruos para entender -que no significa disculpar- su humanidad, su historia y sobretodo lo fácil que puede llegar a ser cometer un crimen tan despreciable y vil en una situación concreta.

Es sencillamente impresionante cómo el autor, a través de una exhaustiva investigación consistente en múltiples entrevistas a policías, familiares, amigos, conocidos, implicados y protagonistas de los mismos hechos consigue definir un perfil tan perfecto de cada personaje, desde el sensible e inestable Perry hasta el manipulador y despiadado Dick, pasando por los diferentes miembros de la familia Clutter. Para tal osada empresa tuvo la inestimable colaboración de una escritora como Harper Lee, autora de Matar a un ruiseñor.

En conclusión, A sangre fría es una novela que narra con un estilo periodístico y neutral el asesinato de una respetada familia en los Estados Unidos y lo hace desde todos los prismas y definiendo a la perfección cada uno de sus actores, también a los asesinos. La profundidad de la novela evidencia la exhaustiva investigación que hubo detrás. Una lectura muy recomendable para todo el mundo y obligada para los abogados penalistas y criminólogos.



PD: hay un momento de la novela en el que Dick y Perry están haciendo autostop en el que alguien podría haber sido asesinado y, por una casualidad, escapó de su destino sin saberlo. Este momento -los gritos sedientos de muerte de Dick- me pusieron la piel de gallina.



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7 comentarios

  1. Es una de las obras maestras del siglo XX que va camino de ser inmortal. Lo leí de adolescente y me impresionó muchísimo, imposible de olvidar.
    Un beso.

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  2. Uno de esos clásicos que siempre tengo ganas de leer, pero que nunca lo hago. A ver si lo soluciono pronto :)
    Besos!

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Me gusta esa etiqueta de "novela de no ficción" para "A sangre fría". Este libro hay que leerlo en su contexto, que no es otro que la corriente de El Nuevo Periodismo que nació en USA en la década de los años 60. Periodistas y escritores como John Dos Passos, Gay Talesse, Tom Wolfe o Truman Capote estaban en la cima de sus carreras y le dieron a las crónicas de la época una profundidad y una brillantez nunca vista antes. Ahí es donde se entiende "A sangre fría", como una crónica de un suceso periodístico que conmovió al país en su momento.
    Personalmente, me da un poco de pena que se conozca a Capote más por esta crónica que no por otros de sus cuentos, mucho mejores. Y discrepo un pelín en tu opinión: Capote sí que toma partido, hacia el final, por los culpables, olvidándose de la sinrazón del crimen y de las víctimas; seguramente por su firme oposición a la pena de muerte.

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  5. Es mi libro preferido, sin duda. Tanto, que hasta vi la película sobre el autor y luego me leí también Matar a un ruiseñor sólo porque Harper Lee había ayudado a hacer este libro. Me impresiona muchísimo que alguien pueda mantener tu atención durante toda la narración a pesar de que sabes el desenlace desde la página uno, eso sí que es un arte. Biquiños!

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  6. un hombre controvertido pero un gran escritor. No se si todo vale en literatura

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