El noviembre de Kate, de Mónica Gutiérrez
5.9.16
«Vivir es una aventura si estamos atentos a los detalles. Los pequeños detalles son las bisagras del universo.»
El blog de Mónica, Serendipia, fue de los primeros que conocí al entrar en la blogosfera literaria y, sin duda, a día de hoy es uno de los blogs que más sigo y admiro. Es por esto que, cuando me enteré que había escrito una novela y Roca Editorial la publicaba no me lo pensé ni un momento. Hoy os traigo un libro para leer en uno de esos días de lluvia y café, hoy os traigo un libro que os hará sentir muy bien. Hoy os traigo El noviembre de Kate, de Mónica Gutiérrez.
Conocemos a Kate, "la chica de los cabellos flotantes", quien, tras siete años de trabajar en Milton para un jefe insoportable -su apodo es T-rex, no diré más- y a punto de consumirse en la amargura y el tedio de encontrarse atrapada en una existencia monótona y atormentada encuentra la forma de escapar participando cada viernes en un programa de humor en Longfellow Radio. Cuando sale de la radio tiene la tradición de ir a ver a su mejor amigo, Pierre, el camarero del bar del hotel Ambassador. En este mismo bar conocemos a Donald Berck (Don para los amigos) en el momento en que se enamora de Kate con tan solo verla entrar por la puerta. Don es policía en la Unidad de Delitos Informáticos Federal y, al igual que Kate, cada viernes está en el escondido bar del hotel, aunque le mueven razones muy distintas a las de ella. El bar, por su discreción, es el lugar elegido por Don y sus amigos hackers, Sierra y Punisher, para reunirse cada semana para tramar un plan de venganza. Mientras Kate y Don siguen con sus vidas, se las replantean, se observan, se acercan, se apartan, mantienen la primera conversación y se piensan una tormenta de nieve se acerca a Coleridge, a punto de cambiar las vidas de todos los habitantes de la pequeña ciudad, entre ellos las de nuestros protagonistas.
Lo único de lo que me arrepiento es de no haber sabido esperar para devorar este libro junto al fuego en uno de esos días que aquí en Andorra se pone a nevar y no para en todo el día. Lo mejor de El noviembre de Kate, a mi parecer, es la extraordinaria habilidad de Mónica de crear escenarios y paisajes llenos de paz, que hacen sentir bien al lector; la tenue iluminación de un tranquilo bar escondido del mundo bullicioso que espera ahí fuera, un cálido estudio de radio en una buhardilla de madera, la gran, acogedora y luminosa casa de tres chimeneas en medio de la naturaleza o el impresionante jardín de la señora Maudie. Escenarios en los que lector y protagonista encuentran una paz increíble. Mónica dibuja tales atmósferas a grandes trazos para dejar margen a la imaginación del lector (seguro que una película de este libro me decepcionaría, pues cada uno debe crear estos paisajes en su cabeza de forma diferente). Sin duda la ciudad ficticia de Coleridge se ha convertido en una de las capitales literarias del bienestar, del feelgood.
El libro es muy fácil de leer y el ritmo es ágil, aunque sin renunciar a breves descripciones necesarias para crear el buen clímax que consigue la novela. No solo los paisajes son cálidos y acogedores, también los personajes están bien trazados, de Marian, que siempre habla con Kate mientras atiende a clientes de Milton por teléfono al padre de Don, reflexivo y relajado, pasando por los constantes gritos de T-rex, la ironía simpática de Pierre o el contraste entre los amigos de Don. Los capítulos son cortos, y se van turnando los narrador por Kate, los narrados por Don y los fragmentos de las memorias de William Dorner, el meteorólogo de la Longfellow Radio, quien anticipó la llegada de una gran tormenta de nieve y en su momento nadie le hizo el menor caso.
A mi parecer la decisión de seguir en primera persona los caminos de ambos protagonistas le resta potencia a la historia, pues se vuelve algo lenta. A mí personalmente me habría gustado más seguir en todo momento la narración en primera persona de Kate y conocer a Don a través de sus ojos. A mi parecer de esta manera aumentaría el misterio y se irían desgranando los planes de venganza de Don y sus razones de una forma mucho más emocionante. Al tener ambas versiones no hay sorpresa alguna para el lector, pues sabe en todo momento lo que piensan ambos, sus motivaciones, sus preocupaciones y sus entornos. Lo sabe, y no lo descubre. Sin embargo, yo soy un lector muy diferente del tipo al que va dirigido esta novela; entiendo que la pretensión de esta novela no es sorprender al lector con giros inesperados ni resolver misterios, sino sencillamente hacer sentir bien, y esto lo cumple con creces.
En realidad, lo único que cambiaría son las contadas veces en que el narrador (o narradora) se dirige directamente al lector. Esta licencia nunca me ha convencido, pues me despierta del sueño en el que la novela me mantiene inmerso (oliendo a césped recién cortado en la casa de tres chimeneas o mirando las estrellas entre los árboles del jardín de la señora Maudie) para recordarme que existo, que estoy en el sofá y estoy leyendo un libro. Es como cuando un profesor interrumpe una lección interesantísima para hacer callar a un alumno o el anuncio de Spotify que después de una canción formidable se dirige directamente al oyente, que despierta de la magia de la música.
En conclusión, no suelo leer este tipo de libros. Soy más de libros densos, despiadados, letales y llenos de tanto sufrimiento e imperfección como la vida misma. Mi madre, en cambio, dice que con los dolores de la vida ya tiene suficiente, que cuando lee quiere algo suave, que le haga sentir bien, que le haga desconectar. Este es el libro perfecto para mi madre, pero incluso a mí me ha encantado. Una novela que se lee rápido, llena de frases para guardarse, ocurrencias divertidas y, sobretodo, con unas escenas impresionantes por lo bien que hacen sentir al lector. Diría que es una lectura de verano por el hecho de ser ágil, entretenida y fácil de leer, pero es más bien un libro para leer en otoño, tomando un café mientras afuera está lloviendo.
Lo único de lo que me arrepiento es de no haber sabido esperar para devorar este libro junto al fuego en uno de esos días que aquí en Andorra se pone a nevar y no para en todo el día. Lo mejor de El noviembre de Kate, a mi parecer, es la extraordinaria habilidad de Mónica de crear escenarios y paisajes llenos de paz, que hacen sentir bien al lector; la tenue iluminación de un tranquilo bar escondido del mundo bullicioso que espera ahí fuera, un cálido estudio de radio en una buhardilla de madera, la gran, acogedora y luminosa casa de tres chimeneas en medio de la naturaleza o el impresionante jardín de la señora Maudie. Escenarios en los que lector y protagonista encuentran una paz increíble. Mónica dibuja tales atmósferas a grandes trazos para dejar margen a la imaginación del lector (seguro que una película de este libro me decepcionaría, pues cada uno debe crear estos paisajes en su cabeza de forma diferente). Sin duda la ciudad ficticia de Coleridge se ha convertido en una de las capitales literarias del bienestar, del feelgood.
El libro es muy fácil de leer y el ritmo es ágil, aunque sin renunciar a breves descripciones necesarias para crear el buen clímax que consigue la novela. No solo los paisajes son cálidos y acogedores, también los personajes están bien trazados, de Marian, que siempre habla con Kate mientras atiende a clientes de Milton por teléfono al padre de Don, reflexivo y relajado, pasando por los constantes gritos de T-rex, la ironía simpática de Pierre o el contraste entre los amigos de Don. Los capítulos son cortos, y se van turnando los narrador por Kate, los narrados por Don y los fragmentos de las memorias de William Dorner, el meteorólogo de la Longfellow Radio, quien anticipó la llegada de una gran tormenta de nieve y en su momento nadie le hizo el menor caso.
A mi parecer la decisión de seguir en primera persona los caminos de ambos protagonistas le resta potencia a la historia, pues se vuelve algo lenta. A mí personalmente me habría gustado más seguir en todo momento la narración en primera persona de Kate y conocer a Don a través de sus ojos. A mi parecer de esta manera aumentaría el misterio y se irían desgranando los planes de venganza de Don y sus razones de una forma mucho más emocionante. Al tener ambas versiones no hay sorpresa alguna para el lector, pues sabe en todo momento lo que piensan ambos, sus motivaciones, sus preocupaciones y sus entornos. Lo sabe, y no lo descubre. Sin embargo, yo soy un lector muy diferente del tipo al que va dirigido esta novela; entiendo que la pretensión de esta novela no es sorprender al lector con giros inesperados ni resolver misterios, sino sencillamente hacer sentir bien, y esto lo cumple con creces.
En realidad, lo único que cambiaría son las contadas veces en que el narrador (o narradora) se dirige directamente al lector. Esta licencia nunca me ha convencido, pues me despierta del sueño en el que la novela me mantiene inmerso (oliendo a césped recién cortado en la casa de tres chimeneas o mirando las estrellas entre los árboles del jardín de la señora Maudie) para recordarme que existo, que estoy en el sofá y estoy leyendo un libro. Es como cuando un profesor interrumpe una lección interesantísima para hacer callar a un alumno o el anuncio de Spotify que después de una canción formidable se dirige directamente al oyente, que despierta de la magia de la música.
En conclusión, no suelo leer este tipo de libros. Soy más de libros densos, despiadados, letales y llenos de tanto sufrimiento e imperfección como la vida misma. Mi madre, en cambio, dice que con los dolores de la vida ya tiene suficiente, que cuando lee quiere algo suave, que le haga sentir bien, que le haga desconectar. Este es el libro perfecto para mi madre, pero incluso a mí me ha encantado. Una novela que se lee rápido, llena de frases para guardarse, ocurrencias divertidas y, sobretodo, con unas escenas impresionantes por lo bien que hacen sentir al lector. Diría que es una lectura de verano por el hecho de ser ágil, entretenida y fácil de leer, pero es más bien un libro para leer en otoño, tomando un café mientras afuera está lloviendo.
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Agradecimientos a la autora y a Roca Editorial por el ejemplar.
Gracias Mónica, por interesarte por mi opinión, aun sabiendo que mi feelgood en literatura es feelbad.
16 comentarios
Me gustó mucho, unos personajes entrañables. Un beso ;)
ResponderEliminarPues sí, creo que soy como tu madre. La vida ya me parece cruel y sádica para leer temas densos o despiadados. Sinceramente, cuando leo, me gusta desconectar, transportarme a una ciudad nueva, o ser un nuevo personaje, sentir lo que sienten, ser feliz por su felicidad, acompañándoles en el camino.
ResponderEliminarCreo que este libro me gustaría mucho. Sin duda, apuntado queda! :)
MUAS!
Yo también lo acabé hace unos días y es una lectura tan acogedora... Las lecturas de los libros de Mónica como que te arropan ;)
ResponderEliminarBesos
Yo también lo acabé hace unos días y es una lectura tan acogedora... Las lecturas de los libros de Mónica como que te arropan ;)
ResponderEliminarBesos
Me gustan también las lecturas duras, crueles. Pero a veces, también me gusta como a tu madre, un libro que me haga desconectar, que me reconforte, que me reconcilie con el mundo... Y hasta ahora siempre me ha gustado refugiarme en los libros de Mónica y, por lo que cuentas, también me gustará refugiarme en éste.
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Es una perfecta definición del feelgood! "con los dolores de la vida ya tenemos suficiente" :-))) Mil gracias por tu lectura y tu reseña, tenía muchas ganas de saber qué te había parecido porque sé que no eres el "lector ideal" (si eso existe) para esta novela, pero tenía mucha curiosidad por saber qué te parecía. Y porque, voy a ser sincera, me parecía una pasada tener reseña en Trotalibros, que si tú me sigues desde el principio, la admiración es mutua, ya lo sabes.
ResponderEliminarMe ha hecho mucha gracia lo del lector feelbad pero no pienso perder la esperanza de volverte a convencer y que un invierno, no muy lejano, leas otra de mis novelas junto a la chimenea mientras fuera nieva sin descanso.
Un beso y muchas gracias.
Hem coincidit en ressenya aquesta setmana! A mi tampoc m’han convençut les interpel·lacions al lector... Però sí que és veritat que et fa sentir en calma. El vaig llegir precisament pel comentari que vares posar a goodreads :)
ResponderEliminarTengo ganas de estrenarme con Mónica, lo he dicho ya en otros blogs. Tengo en mi Kindle sus dos anteriores novelas, pero el tiempo va pasando y no las leo. A ver si logro hacerlo antes de que termine el año. Magnífica reseña, es la única que ha puesto "peros" a esta novela y aún así tengo muchas ganas de leerla. Un saludo!
ResponderEliminarTambién conozco a Monica, pero el libro de momento no me llama..
ResponderEliminarno sé, no me has terminado de convencer
un beeeesito
PD. Te gustan mis portadas de abdominales ehhh xD
Yo la terminé ayer y espero publicar la reseña la semana que viene. Por lo que leo, a mí me ha gustado más que a ti; también es verdad que me siento bastante cómodo en este tipo de historias, las desgarradoras que a ti te encantan me suelen doler demasiado.
ResponderEliminarUn abrazote.
Yo no solía leer este tipo de libros, pero he descubierto que, cuando están bien hechos, aportan algo más que la historia feelgood sin más. Y que, además, de vez en cuando me viene bien leer este tipo de libros para relajarme, no todo van a ser asesinatos xddd! Biquiños!
ResponderEliminarNo siendo mi estilo de libro, ya es la segunda reseña que consigue captar mi atención. No me importaría leerlo.
ResponderEliminarUn beso ;)
Lo he leído y me ha gustado, posiblemente proque el estilo de la autora me gusta, lleno de un lirismo muy especial
ResponderEliminarBesos
De repente sucedió algo maravilloso y encontré este blog. Me pasaré por aquí con mucho gusto. Un saludo desde Córdoba.
ResponderEliminarAprovecho para invitaros a leer mi libro, "RELATOS Y POEMAS BREVES PARA GENTE SIN TIEMPO", y a visitar mi web: aescribirseaprendeescribiendo.simplesite.com
ResponderEliminarUn cordial saludo para todos :-)
No sé si me animaría con él, últimamente lo veo reseñado por todas partes =)
ResponderEliminarBesotes