Confusión de sentimientos, de Stefan Zweig
20.3.15
“Vanos fueron mis esfuerzos por tratar de tranquilizarme: como cosido en el negro saco de una pesadilla infrangible, luchaba yo con todas mis fuerzas para hallar una explicación y para salir de la misteriosa confusión de esos sentimientos contradictorios.”
Admiración (del latín admiratĭo). Pocos son los elegidos que aparecen en la vida de una persona y, con su personalidad y sus acciones, cambia totalmente la perspectiva con la que observamos todas las cosas (para bien o para mal). Me refiero a esos fueguitos que no se pueden mirar sin parpadear a los que se refería Eduardo Galeano. Admirar a alguien es esto, es el anhelo constante de aprender del admirado absorbiendo cada una de sus palabras, sus gestos, sus opiniones. Idealizarlo y seguirlo como seguían los apóstoles a Jesucristo.
¿Qué nos motiva a admirar a una persona? En mi opinión, admiramos a alguien cuando vemos reflejados en ella o él el conocimiento y las cualidades de las que nosotros carecemos. Cuando en la vida nos topamos con alguien así nuestro corazón empieza a bombear una envidia sana por el anhelo de querer ser como ella o él, y esto nos lleva a contemplarlo atentamente y a pensar siempre bien de sus acciones. No son pocas las veces que acabamos ante el acantilado de la decepción cuando descubrimos que toda esa admiración que olía a aire otoñal y césped recién cortado era una quimera. Si esto sucede tardamos años en darnos cuenta de la verdadera magnitud del desengaño (una vez más, para bien o para mal) y del hecho de que aprendimos tanto con el sueño como con el despertar. Así, ¿no es algo parecida la admiración al amor? El libro que os traigo hoy es una historia de admiración entre un maestro y un aprendiz, hoy os traigo Confusión de sentimientos, (Apuntes personales del consejero privado de R.v.D.), de Stefan Zweig.
La historia arranca cuando un reconocido profesor de nombre Roland está a punto de jubilarse. En la celebración de sus sesenta años dedicados a la investigación y a la educación, con innumerables éxitos y logros, echa la mirada para atrás en busca de la persona que más influyó en él; un brillante profesor de filología inglesa que conoció en su adolescencia y que despertó en él su amor por el saber, su hambre voraz de conocimiento. Después de estar a punto de dejar los estudios su padre lo matriculó en una universidad de una pequeña ciudad de provincias y allí fue donde su vida cambió de rumbo. Dejándose llevar por la admiración ilimitada hacia su profesor se ofrece a ayudarlo a concluir la obra de su vida, pero, a pesar de que Roland lo sigue devotamente, en ocasiones el profesor se vuelve distante, frío y displicente.
Como en Carta de una desconocida o Veinticuatro horas en la vida de una mujer, Stefan Zweig vuelve a demostrar su increíble empatía con sus personajes. Y volvemos a estar ante una novela corta e intensa, que está lejos de dejar indiferente a ningún lector. La única diferencia que encontré con respecto a las novelas anteriormente nombradas es que la relación protagonista del hilo argumental no es entre una mujer y un hombre, sino entre dos hombres. Sin embargo, el contraste del maestro brillante y apasionado en sus clases pero misterioso, imprevisible y lunático en su vida personal, con el alumno atormentado, inseguro e ingenuo pero también poseedor de la belleza fresca y la elegancia involuntaria de la juventud. Estos dos complejos personajes chocan en este libro de una forma tan intensa que se nos expone en todos sus niveles el laberinto de sentimientos de las personas.
El FINAL. Así, en mayúsculas. Pues no merece menos. La narración va in crescendo y culmina como no podía ser de otra forma (¿o sí?). El final, tan abierto como cerrado, tan completo como inacabado. Perfecto, inmejorable. Deja al lector incrédulo, con hambre de más, consciente de que no hay nada más digno de ser contado.
En conclusión, uno de los mejores libros que he leído. Zweig demuestra en esta historia el embrollo que suponen los sentimientos con la elegancia y la naturalidad que nos tiene acostumbrados. Una pequeña gran narración que hasta su última página, hasta su última línea, hasta la última palabra escrita no se muestra como lo que verdaderamente es: una lectura imprescindible.
¿Qué nos motiva a admirar a una persona? En mi opinión, admiramos a alguien cuando vemos reflejados en ella o él el conocimiento y las cualidades de las que nosotros carecemos. Cuando en la vida nos topamos con alguien así nuestro corazón empieza a bombear una envidia sana por el anhelo de querer ser como ella o él, y esto nos lleva a contemplarlo atentamente y a pensar siempre bien de sus acciones. No son pocas las veces que acabamos ante el acantilado de la decepción cuando descubrimos que toda esa admiración que olía a aire otoñal y césped recién cortado era una quimera. Si esto sucede tardamos años en darnos cuenta de la verdadera magnitud del desengaño (una vez más, para bien o para mal) y del hecho de que aprendimos tanto con el sueño como con el despertar. Así, ¿no es algo parecida la admiración al amor? El libro que os traigo hoy es una historia de admiración entre un maestro y un aprendiz, hoy os traigo Confusión de sentimientos, (Apuntes personales del consejero privado de R.v.D.), de Stefan Zweig.
La historia arranca cuando un reconocido profesor de nombre Roland está a punto de jubilarse. En la celebración de sus sesenta años dedicados a la investigación y a la educación, con innumerables éxitos y logros, echa la mirada para atrás en busca de la persona que más influyó en él; un brillante profesor de filología inglesa que conoció en su adolescencia y que despertó en él su amor por el saber, su hambre voraz de conocimiento. Después de estar a punto de dejar los estudios su padre lo matriculó en una universidad de una pequeña ciudad de provincias y allí fue donde su vida cambió de rumbo. Dejándose llevar por la admiración ilimitada hacia su profesor se ofrece a ayudarlo a concluir la obra de su vida, pero, a pesar de que Roland lo sigue devotamente, en ocasiones el profesor se vuelve distante, frío y displicente.
Como en Carta de una desconocida o Veinticuatro horas en la vida de una mujer, Stefan Zweig vuelve a demostrar su increíble empatía con sus personajes. Y volvemos a estar ante una novela corta e intensa, que está lejos de dejar indiferente a ningún lector. La única diferencia que encontré con respecto a las novelas anteriormente nombradas es que la relación protagonista del hilo argumental no es entre una mujer y un hombre, sino entre dos hombres. Sin embargo, el contraste del maestro brillante y apasionado en sus clases pero misterioso, imprevisible y lunático en su vida personal, con el alumno atormentado, inseguro e ingenuo pero también poseedor de la belleza fresca y la elegancia involuntaria de la juventud. Estos dos complejos personajes chocan en este libro de una forma tan intensa que se nos expone en todos sus niveles el laberinto de sentimientos de las personas.
El FINAL. Así, en mayúsculas. Pues no merece menos. La narración va in crescendo y culmina como no podía ser de otra forma (¿o sí?). El final, tan abierto como cerrado, tan completo como inacabado. Perfecto, inmejorable. Deja al lector incrédulo, con hambre de más, consciente de que no hay nada más digno de ser contado.
En conclusión, uno de los mejores libros que he leído. Zweig demuestra en esta historia el embrollo que suponen los sentimientos con la elegancia y la naturalidad que nos tiene acostumbrados. Una pequeña gran narración que hasta su última página, hasta su última línea, hasta la última palabra escrita no se muestra como lo que verdaderamente es: una lectura imprescindible.
“Todo espíritu nace de la sangre, todo pensamiento brota de la pasión, toda pasión del entusiasmo.”
16 comentarios
Zweig es de mi grandes pendientes, siempre lo digo, y parece que en la blogosfera conspiréis para tentarme, que llevo un par de semanas tropezándome con reseñas maravillosas de sus libros :P. Se que caerá pronto, a ver si de este año no pasa, que tengo el propósito de iniciarme con unos cuantos grandes autores que tengo pendientes desde hace tiempo.
ResponderEliminar¡Me lo he apuntado! Carta de una desconocida es mi libro favorito, favorito entre favoritos xD. Sin embargo, no he leído ningún otro libro del autor. ¡Qué curioso me parece! De momento he ido apuntando sus libros, y espero leerlos pronto. No conocía este libro, para nada. *-* Fue una alegría leer el título.
ResponderEliminarAhhhh, ¡escribes hermoso! O.O ¿Eres escritor? ¿O escribes en tu tiempo libre? ¿O eres fotógrafo? xDDDDDDDD Lo digo por las fotos tan increíbles...
Nunca lo hubiera imaginado, pero la verdad es que tu reseña hace que me llame mucho el libro. Me lo apunto para buscarlo en algún momento ^_^
ResponderEliminarUn libro de esos que son seguros, que sabes que te van a gustar ¿verdad? Yo por si acaso me lo apunto. Besos.
ResponderEliminarUys, ni me sonaba este libro con lo que me gusta este autor. Apuntadísimo me lo llevo.
ResponderEliminarBesotes!!!
ay yo quiero volver a zweig prontito :) tengo que buscar mas cositas de el
ResponderEliminarNo lo descarto. Los dos libros que he leído de Zweig me parecieron buenos. Vista tu opinión de este, lo tendre en cuenta. Un beso.
ResponderEliminarOtro libro que me apunto de este autor, sus libros son una delicia. Gracias por compartirlo
ResponderEliminarEl ambiente que acompaña al libro me ha podido, jejej. Por decirlo así: vivo en un aula. Paso allí más tiempo que en mi casa. Además, de este autor he oído maravillas. No sé qué hago que no me pongo con él. Un beso.
ResponderEliminarAdoro a Zweig, siempre lo recomiendo. He leido bastantes libros suyos y nunca decepcionan. Ademas, este aun no lo he catado, asi que me apunto la recomendacion de cabeza. Besos
ResponderEliminarQué buena es esta selección de títulos de Zweig que ha hecho Acantilado, ¿verdad? En este caso, una historia corta pero intensa, como muchas de las de este autor. La tengo pendiente, pero con calma, que no quiero quedarme sin bibliografía pendiente de Zweig :-))
ResponderEliminarMe encanta Zweig. Esta novela no la he leído aunque lleva ya tiempo en mi estantería. Le has sacado una foto magnífica en el aula.
ResponderEliminarbesos
Este no lo había visto nunca... Voy leyendo lo que pillo de Zweig pero este título no me sonaba. Lo tendré en cuenta. Besos.
ResponderEliminarA mí este libro no me llamaba especialmente, pero lo cuentas con tanta pasión que me lo voy a tener que pensar. Biquiños!
ResponderEliminarPues este no lo he leído, lo leeré, que él me gusta mucho. Un besote!
ResponderEliminarNunca había tenido en cuenta este título de Zweig pero, después de lo que cuentas, anotado queda. Ese FINAL me deja intrigada.
ResponderEliminarUn besin