David Copperfield - Charles Dickens.
21.6.17"- El bebé -insistió mi tía-. ¿Cómo está la niña?
- Señora -repuso el médico-, pensé que ya le habían dado la noticia. Es un niño.
La señorita Betsey no pronunció una sola palabra, pero cogió su sombrero por las cintas, como si se tratara de una honda, e intentó golpear la cabeza del señor Chillip: se lo puso entonces de mala manera, salió de la casa y nunca regresó. Se esfumó igual que un hada descontenta; igual que uno de esos seres sobrenaturales que, según la creencia popular, yo tendría el privilegio de ver; y lo cierto es que jamás volvió."
Soy consciente que llevo muchos días de silencio en ambos blogs y si bien suelo acusar a la falta de tiempo por el trabajo y los estudios, esta vez no es esta la razón. O no solo es esta la razón. He estado leyendo, en los pocos momentos que encontraba, una de las grandes novelas de Charles Dickens. El mismo autor confiesa en el prólogo que, de sus novelas, esta era su favorita. Fue su novela central, le anteceden siete novelas y le sucedieron siete novelas más. Por este y por otros motivos decidí ponerme a leer esta gran lectura de más de mil páginas y que Dickens publicó en entregas a lo largo de 1849 para reunirlas todas en un libro que publicó en 1850. Hoy os hablaré de David Copperfield, de Charles Dickens.
“Si yo soy el héroe de mi propia historia o corresponde ese lugar a otra persona, el lector lo sabrá después de recorrer estas páginas, que empezaré refiriendo mi vida desde sus comienzos”.
Así empieza esta gran obra literaria del escritor inglés y estas son las primeras palabras que leemos de David Copperfield, protagonista y narrador en primera persona de esta historia. Aunque el día que David nace en Blunderstone ya hacía seis meses que su padre había muerto, el amor, el cariño y la ternura tanto de Clara, su joven e inocente madre, como de su doncella, Pegotty, consiguen que el pequeño David pase unos primeros años idílicos. Años que se verán truncados cuando su madre contrae matrimonio con el cruel señor Murdstone, que, junto a su desalmada hermana, someten a Clara, destrozan la felicidad familiar y hacen la vida imposible a David, que se verá obligado a hacerse mayor antes de lo que debería y a renunciar a su inocencia infantil en aras de sobrevivir. Con este punto de partida arrancan las aventuras y desventuras de uno de los personajes más míticos de la literatura universal como es David Copperfield.
Así empieza esta gran obra literaria del escritor inglés y estas son las primeras palabras que leemos de David Copperfield, protagonista y narrador en primera persona de esta historia. Aunque el día que David nace en Blunderstone ya hacía seis meses que su padre había muerto, el amor, el cariño y la ternura tanto de Clara, su joven e inocente madre, como de su doncella, Pegotty, consiguen que el pequeño David pase unos primeros años idílicos. Años que se verán truncados cuando su madre contrae matrimonio con el cruel señor Murdstone, que, junto a su desalmada hermana, someten a Clara, destrozan la felicidad familiar y hacen la vida imposible a David, que se verá obligado a hacerse mayor antes de lo que debería y a renunciar a su inocencia infantil en aras de sobrevivir. Con este punto de partida arrancan las aventuras y desventuras de uno de los personajes más míticos de la literatura universal como es David Copperfield.
Esta obra, aunque oficialmente está dividida en capítulos, es inevitablemente divida en dos partes por su argumento. La primera, que se centra en la infancia de Copperfield, es quizás la que disfruté más y donde el protagonista toma un papel más activo debido a las penurias por las que pasa por la crueldad de los lúgubres hermanos Murdstone. La huida de David a la casa de su tía Bessy marca el inicio de la segunda parte del libro, en el que el protagonista crecerá y el argumento se centra en los personajes que lo rodean.
A medida que el protagonista va creciendo y va aprendiendo de la vida a través de alegrías y desdichas, aciertos y fracasos, amistades y enemistades y, especialmente, del excelente elenco de personajes que Dickens desplegó en esta novela: la tía Bessy Trotwood, Wilkins Micawber, el señor Pegotty, Ham, el señor Dick, Tomas Traddles, el señor Wickfield, la señora Steerforth y el trío de personajes femeninos impresionante que forman Emily, Dora y Agnes. A pesar del título de la obra Copperfield hace más de narrador que de personaje activo y se centra mucho en la historia de múltiples personajes. De cada personaje Dickens consigue extraer, a través de su carismático y sentimental David, una lección de vida inolvidable. He sentido una honda pena cuando, al acabar las más de mil páginas de este libro, me he tenido que enfrentar a la realidad de perderlos para siempre.
No me gustaría ahondar más de lo necesario en los personajes de esta gran novela, pues descubrirlos y aprender con todos ellos es quizás lo mejor de su lectura, pero siento que, para que esta reseña sea completa, es necesario detenerme en mis personajes favoritos, por lo mucho que me transmitieron, por la moraleja que se deriva de su personalidad y lo bien construidos que están: James Steerforth y Uriah Heep. Copperfield conoce a James Steerforth cuando el señor Murdstone lo manda a un internado de Londres. Steerforth, hijo de una familia adinerada, es el líder de los niños. Es mayor que los demás, carismático, astuto, apuesto, seguro de sí mismo, atractivo y persuasivo. A todo el mundo cae bien, todo el mundo queda ensimismado por sus ademanes, sus movimientos, su mirada, sus risas, su buen carácter. Es sin duda el tipo de chico que es admirado por niños y adultos, y Copperfield lo idolatrará durante gran parte de su vida... hasta que descubre qué clase de persona se esconde detrás de su máscara. A diferencia de Steerforth, a Uriah Heep se le ve el plumero desde su primera aparición en la historia de David Copperfield. Dickens consigue transmitir a la perfección las malas vibraciones que en ocasiones percibimos de determinadas personas que conocemos por su físico, sus movimientos, sus tics y su mirada. Uriah Heep siempre se muestra humilde, demasiado humilde, pero detrás de tanta falsa humildad se esconde una sed insaciable de dinero y poder, una ambición salvaje y cruel, una naturaleza vil y conspiradora. Sin embargo, incluso un personaje tan despreciable como Heep tiene su drama interno muy interesante.
"- No me gusta que la gente se jacte de su humildad -contesté-, ni de ninguna otra cosa."
El mismísimo protagonista nos narra toda su historia a lo largo de una noche que el lector visita al final de las páginas del libro. El narrador relata de una forma apasionada y haciendo especial énfasis en los personajes y los momentos que más lo marcaron su vida desde el momento de su nacimiento hasta el momento en el que escribe esas palabras, una vez se ha convertido en un escritor de éxito felizmente casado. El estilo inglés, formal, elegante y apasionado de la época victoriana impregna todo el libro, incluso en los momentos en los que no cabría esperarlo, teniendo en cuenta las bajas esferas en las que en ocasiones cae el desdichado David. Este estilo brilla con todo su esplendor en boca de Wilkins Micawber, cuyos soliloquios son únicos y sacarán una sonrisa al lector. Como toda lectura clásica, David Copperfield es algo previsible, pero en este tipo de novelas uno no busca sorpresas ni giros argumentales inesperados, sino disfrutar y aprender de la historia, su prosa y sus personajes.
No es casualidad que haya dejado para el final de la reseña el hecho conocido que David Copperfield no era solo la favorita Dickens de entre sus obras, sino que también es el más autobiográfico de sus libros. Si lo he hecho es porque quería hablaros primero de este libro como novela de ficción y solo después como novela autobiográfica. Quizás es precisamente debido a esta parte autobiográfica el hecho de que para Dickens fuera la mejor de sus novelas, o incluso me aventuro a pensar que es por esta parte autobiográfica el hecho de que David Copperfield sea la única novela de Dickens narrada en primera persona. Y si me dejáis ir aun más lejos quizás es por esta parte autobiográfica que las siglas de David Copperfield (D.C.) son las del autor al revés.
Cuando Dickens tenía doce años, y con su padre encarcelado por impago de sus deudas, su madre le consiguió un empleo en una fábrica de calzados. Dickens dejó los estudios y se puso a trabajar en unas condiciones infrahumanas para pagar las deudas de su padre. Solo cuando murió y tanto su editor como sus biógrafos sacaron a la luz este pasado de pobreza y miseria los lectores pudieron darse cuenta que el hecho de que David también es mandado a trabajar en una de estas fábricas es un momento autobiográfico del autor. El señor Micawber fue inspirado en su padre, John Dickens, y comparten su carácter generoso y hablador, en contraste con las múltiples deudas por pagar que lo persiguen. También el recorrido profesional de David es paralelo al de Dickens e incluso su primer amor con Dora recuerda fácilmente a cuando Dickens se enamoró de Mary Beadnell. Seguro que hay muchos más rasgos autobiográficos que nunca descubriremos, lo que parece claro es que si esta obra era la favorita de Dickens era porque llevaba su historia en su corazón.
David Copperfield fue admirado por escritores como Charles Swinburne, Henry James, Fiódor Dostoievski, Tolstoi, Sigmund Froid, Cesare Pavese, James Joyce y Franz Kafka. Este último la imitó en su novela Amerika o El desaparecido. También cabe subrayar la magnífica, aunque cara, edición de Alba Editorial. Más allá de la impresionante cubierta y las preciosas ilustraciones, la traducción de Marta Salís es genial.
En conclusión, David Copperfield tiene todos los ingredientes para considerarla una obra clásica imprescindible de leer. Si bien es cierto que no tiene giros inesperados y tiene más de mil páginas, en ningún momento se hace pesado o aburrido. Lo que llama al lector a dejarse perder entre sus páginas por muy cansado que llegue de clase o el trabajo no es el suspense ni las ansias de saber cómo va a terminar la historia, sino las ganas de seguir conociendo más y más a sus maravillosos personajes. Una obra redonda, sin altos ni bajos y con sus momentos inolvidables. Cuando el lector acabe de leer la última de sus páginas se va a dar cuenta que ha crecido junto a Copperfield y que los que empezaron siendo personajes se han convertido en verdaderos amigos.
"Nunca he creído posible que una habilidad natural o adquirida pudiera desdeñar la compañía de otras virtudes más humildes como la laboriosidad y la perseverancia. En este mundo no hay nada comparable al deseo de llegar hasta el fondo de las cosas."
En conclusión, David Copperfield tiene todos los ingredientes para considerarla una obra clásica imprescindible de leer. Si bien es cierto que no tiene giros inesperados y tiene más de mil páginas, en ningún momento se hace pesado o aburrido. Lo que llama al lector a dejarse perder entre sus páginas por muy cansado que llegue de clase o el trabajo no es el suspense ni las ansias de saber cómo va a terminar la historia, sino las ganas de seguir conociendo más y más a sus maravillosos personajes. Una obra redonda, sin altos ni bajos y con sus momentos inolvidables. Cuando el lector acabe de leer la última de sus páginas se va a dar cuenta que ha crecido junto a Copperfield y que los que empezaron siendo personajes se han convertido en verdaderos amigos.
"Nunca he creído posible que una habilidad natural o adquirida pudiera desdeñar la compañía de otras virtudes más humildes como la laboriosidad y la perseverancia. En este mundo no hay nada comparable al deseo de llegar hasta el fondo de las cosas."
TE GUSTARÁ
SI TE GUSTÓ
| |
OTROS LIBROS
DEL AUTOR
|
5 comentarios
No he leído nada de Dickens aún y confieso que no lo he hecho porque he visto varias adaptaciones de sus novelas, "Little Dorrit" o "Grandes esperanzas", y siempre me han parecido historias muy depresivas... Pero admito que tu reseña ha hecho que se despierte cierto interés, así que quizás este verano lea algo, aunque en inglés :) Un saludo!
ResponderEliminarHola Jan!!
ResponderEliminarEl cariño que tengo por Dickens y sus obras me viene de la niñez, tardes de invierno en el salón de casa leyendo, mi madre tejiendo, mi hermana jugando...aunque no es mi obra favorita de Dickens, es una grandísima obra.
Estupenda reseña, me ha encantado!!
Besos.
Leí en el instituto una pequeña parte en inglés. Algún día conoceré a David en su totalidad, aunque tantas páginas me dan pereza.
ResponderEliminarBesos
Una reseña impresionante, Jan. He destacado una de tus frases en Twitter, pero me quedo con todos los párrafos. Enhorabuena.
ResponderEliminarLlevo tiempo sin leer nada de Dickens. Me dejas claro cual será la próxima novela que lea de este autor. Magnífica reseña!
ResponderEliminarBesotes!!!