El motel del voyeur - Gay Talese
3.3.17"Conozco a un hombre casado y con dos hijos que hace muchos años se compró un motel de veintiuna habitaciones cerca de Denver a fin de convertirse en su voyeur residente.
Con la ayuda de su esposa, practicó unos agujeros de forma rectangular en los techos de una docena de habitaciones; cada uno medía quince por treinta y cinco centímetros. A continuación, cubrió las aberturas con unas lamas de aluminio de celosía que simulaban rejillas de ventilación, pero que en realidad eran conductos de observación que le permitían, mientras estaba arrodillado o de pie en el suelo del desván cubierto por una gruesa moqueta, bajo el tejado a dos aguas del motel, ver a los huéspedes de las habitaciones de abajo. Estuvo observándolos durante décadas, al tiempo que llevaba un diario en el que anotaba casi cada día lo que veía y oía. Y durante todos esos años, nunca lo pillaron."
Cuando era pequeño me encantaba hacerme el dormido. No solo lo hacía para librarme de hacer alguna tarea pesada ni para que mi padre me llevara a la cama, me encantaba escuchar las conversaciones y ver cómo actuaba la gente cuando no se creían observados por mí, cómo era el mundo en mi ausencia. Talese dice en un momento del libro que os traigo hoy que, de alguna manera, los periodistas son voyeurs, mirones profesionales. En mi opinión, también todos a los que nos apasiona la lectura, absolutamente todos los lectores, somos voyeurs. Nos encanta asomarnos por la ventana de las páginas de un libro y observar la vida de los personajes, que ignoran ser contemplados. Seguimos sus pasos, anhelamos conocerlos más, explorar su intimidad, descubrir sus pasiones, sus temores, sus inseguridades y sus secretos más ocultos. Sin nunca haber hablado con ningún personaje los amamos o los odiamos, esperamos su destino con más ansia e impaciencia que ellos mismos, incluso algunos lectores se atreven a juzgarlos. Sí, los lectores somos unos mirones, no podemos dejar de mirar por ventanas, por falsas rejillas de ventilación, por la cerradura de la puerta, camuflados en estampados, bosques, desiertos, mares, naves, castillos, sótanos y aviones, viajando en el espacio y en el tiempo para saber más de más personajes. Hoy no os traigo una novela sino un trabajo periodístico que hacía mucho tiempo que esperaba que se estrenara en español, hoy os hablo de El motel del voyeur, de Gay Talese.
Estás con tu pareja viajando por el estado de Colorado. Da igual el motivo, una oportunidad laboral, una reunión, una posible casa donde formar una familia, el alistamiento al ejército de los Estados Unidos o simplemente estáis de paso en vuestro viaje de luna de miel. Estáis cansados, ya son muchos kilómetros recorridos y ya estáis en el área metropolitana de Denver, pero cuando al lado de la tranquila avenida Colfax veis un motel en seguida decidís que ha llegado el momento de descansar, de hacer una parada. El motel Manor House es humilde pero a la vez limpio, un lugar ideal para pasar la noche sin gastar más de lo necesario. En la recepción os atiende un simpático hombre con gafas, un poco de sobrepeso y principios de calvicie que se presenta como Gerald Foos. Os da las llaves y finalmente llegáis a la habitación y os tiráis a la cama. El silencio y la intimidad de una habitación anónima en seguida consigue convertir cansancio en excitación, y la conversación banal pronto es sustituida por susurros, acercamientos, besos y roces. Estáis solos, en medio de un viaje agotador y os apetece amaros allí mismo, y mientras estáis haciendo el amor fijas tu mirada perdida en un mar de sensaciones y placer en las rejillas del conducto de ventilación del techo. Después de llegar al éxtasis el cansancio vuelve con más fuerza y ambos os quedáis dormidos. Mañana os levantaréis, devolveréis la llave mientras os despedís del simpático Gerald y vais a proseguir como si nada vuestro viaje, vuestra vida, como si nada hubiera pasado, porque para vosotros ha sido uno más de los cientos de relaciones sexuales que vais a mantener juntos (o no). Sin embargo, ignoráis que esta vez ha sido diferente, ignoráis que esta vez habéis sido observados en todo momento por un mirón a través del falso conducto de ventilación, concretamente por el recepcionista y propietario del motel, el simpático Gerald Foos, que ha tomado nota esmeradamente de vuestras características físicas, vuestras conversaciones y vuestro comportamiento sexual.
Lectores y lectoras, esto ha sucedido. A principios de 1980 el prestigioso periodista Gay Talese recibió una carta anónima de un hombre de Colorado que confesaba ser un voyeur que había comprado un pequeño motel en el que había instalado en cada habitación una plataforma de observación donde podía espiar a sus huéspedes a través de unos falsos conductos de ventilación y que escribía un diario donde registraba todas las costumbres sociales y sexuales de la gente que se hospedaba en su motel. El hombre le ofrecía compartir toda esta información recopilada para un futuro libro siempre que no se revelara su identidad ni la de ninguno de los espiados. Después de leer la carta Gay no sabía qué tenía que hacer. No podía demandarlo, pues lo único que tenía del individuo era un apartado de correos, tampoco podía aceptar la propuesta de libro, pues Talese tiene como principio fundamental escribir sus reportajes con los nombres reales de las personas sobre las que se habla en ellos. Sin embargo, releyendo la carta empezó en caer que su método de observación y de registro no distaba en realidad tanto del suyo periodístico para escribir La mujer de tu prójimo. Y fue por eso que finalmente, y solo después de firmar un contrato de confidencialidad, Gay Talese conoció a Gerald Foos, se hospedó en su motel (en una de las pocas habitaciones inobservadas) e incluso espió junto a él a una pareja desde la plataforma de observación.
A partir de este primer encuentro Gay Talese va narrando de una forma ágil y amena sus encuentros y desencuentros con Gerald Foos, intercalando con registros de Foos de diferentes encuentros y parejas que observaba. A través de estas páginas de alto contenido sexual el lector se encuentra constantemente inmerso en un debate moral y ético interior. Por un lado he encontrado deleznable, indecente e ignominioso que el propietario de un motel espíe a sus huéspedes, invadiendo su intimidad impunemente y sin ninguna vergüenza. Gerald tiene la consciencia tranquila, como sus víctimas nunca se llegan a enterar que han sido espiados él puede saciar su sed de voyeur sin causar ningún daño. Como nunca lo van a saber, no se vulnera el derecho a la intimidad de nadie. Con esta afirmación sin sentido alguno Gerald está convencido de no estar haciendo nada malo, considerándose un investigador sin parangón de las actitudes y los comportamientos más íntimos de la gente. Realmente es indignante, indecente, intolerable... Pero ah, la magia de la literatura, que te lleva a comprender a personajes y personas tan diferentes a ti, que te llevan a consentir cosas que habrías jurado no defender nunca. Y cada vez es más la curiosidad del lector entorno a las anécdotas que Gerald Foos ha anotado de las conversaciones y los actos de la gente en la intimidad, cada vez es más el placer que proporciona observar a los seres humanos cómo son realmente, con todas sus extravagancias y sus hipocresías. Y sí, también contemplarlos mientras hacen el amor, compararlos, dejarse sorprender por sus gustos y sus manías.
Quizás he echado de menos más reflexiones sobre los principios de Gerald Foos, el voyeur, el mirón. He tenido la sensación de que Gay Talese se ha concentrado sobretodo en relatar de una manera muy amena y ágil las anécdotas observadas por Gerald, muy especialmente en los encuentros sexuales de sus huéspedes. Está bien, es entretenido e incluso uno acaba preguntándose si hay algo de voyeur en él, pero también habría estado bien más énfasis en la filosofía de Talese, en acercarnos a su personalidad, a entender la aceptación de sus mujeres, que mantienen una posición incomprensiblemente pasiva en el libro, y es una lástima teniendo en cuenta la extraña decisión de aceptar la naturaleza de su marido e incluso participar en sus sesiones de voyeur.
El motel del voyeur prometía ser el reportaje y el libro del año, pero fue puesto en duda cuando The Washington Post probó que el motel no pertenecía a Foos durante unos años que el voyeur afirmaba haber espiado a parejas. "Gerald Foos no es de fiar. Es un hombre deshonesto, totalmente deshonesto”, declaró Talese entonces, “hice lo que pude en este libro, pero puede que no fuera lo suficiente”. Y es que todo el libro se sostiene a partir de las afirmaciones de Gerald Foos. Aunque en un principio pareció que Talese daba la espalda a su libro pronto retiró lo que había dicho "en un momento de enfado" y la editorial zanjó el tema corrigiendo las imprecisiones descubiertas en la siguiente edición.
En conclusión, un reportaje polémico y fácil de leer que, a un ritmo cinematográfico, repasa las mejores anécdotas recogidas por un voyeur que espiaba a los huéspedes de su motel. El tema principal es el comportamiento sexual de la gente que pasa por las habitaciones del motel de Gerald, algunos dejando postales realmente sorprendentes. Aunque contiene interesantes reflexiones sobre el voyeurismo y los límites del periodismo, he echado de menos más profundidad en ellas. Es una buena lectura, pero en mi opinión Talese podría haber llevado este libro mucho más allá que un simple anecdotario con curiosidades tan sorprendentes como olvidables, podría haber profundizado más.
En conclusión, un reportaje polémico y fácil de leer que, a un ritmo cinematográfico, repasa las mejores anécdotas recogidas por un voyeur que espiaba a los huéspedes de su motel. El tema principal es el comportamiento sexual de la gente que pasa por las habitaciones del motel de Gerald, algunos dejando postales realmente sorprendentes. Aunque contiene interesantes reflexiones sobre el voyeurismo y los límites del periodismo, he echado de menos más profundidad en ellas. Es una buena lectura, pero en mi opinión Talese podría haber llevado este libro mucho más allá que un simple anecdotario con curiosidades tan sorprendentes como olvidables, podría haber profundizado más.
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9 comentarios
Hola
ResponderEliminarNo conocía el libro pero me parece super interesante, la verdad. En el tema del voyeurismo yo no estoy nada puesta, pero el mix entre esa parte periodistica y esa parte de novela me atrae muchísimo. Aunque seguramente si dices que la falta profundidad, me pasará exactamente lo mismo. En cualquier caso, me lo apunto para leer.
Un saludo
Me ha parecido interesantísimo, es un tema bastante desconocido del cual saber más estaría muy bien.
ResponderEliminarLo anoto!
Un beso.
talese es un maestro indiscutible, aunque de ahora en adelanto me lo reservo para leer en inglés :)
ResponderEliminarPues no sé, por un lado pienso como tú, que es reprochable y diría que injustificable la actuación del dueño. Pero sí, nos gusta fisgar y se lo comentaba a Dorothy en su reseña, que lo de cotillear nos viene de serie al ser humano. No me convence eso de que le falte profundidad porque es como si faltara la razón principal de escribir este tipo de historia, quiero decir que parece que falta la reflexión importante del autor. Seguramente lo acabaré leyendo si lo encuentro.
ResponderEliminarBesos
Hola! No lo conocía pero me ha encantado tu reseña así que me lo anoto ;)
ResponderEliminarSabía de él, y de hecho lo tengo apuntado. Agradezco tu reseña, porque son las primeras impresiones que leo del libro. Una pena que no se profundice más, pero bueno, aun así lo encuentro bastante curioso, extravagante, interesante. Ya te contaré si llego a leerlo en algún momento.
ResponderEliminarUn abrazo ;)
Sin duda, un libro polémico, me llama mucho la atención toda la historia que hay detrás del libro y toda la verdad que esconde. No tenía ni idea de que todo era real. Aún así, no es un tema que me interese.
ResponderEliminarUn saludo,
Laura.
Pese a tu reseña y lo que he ido viendo, tengo mis dudas con este libro. Un besote!
ResponderEliminarExcelente reseña. Le tengo mucha curiosidad a este libro; hasta ahora no he leído nada de Talese. ¿Con cuál me recomendarías comenzar?
ResponderEliminarSaludos. Deigar Miranda.