Ladydi, de Jennifer Clement
30.6.14
"Me llamo Ladydi García Martínez y tengo la piel morena, los ojos cafés y el pelo chino y castaño; mi apariencia es igual a la de toda la gente que conozco. De chica, mi madre me vestía de niño y me decía Niño. Le dije a todos que nació un niño, decía. Si era niña, me raptarían. Todo lo que necesitaban los narcotraficantes era saber que por acá había una niña bonita, y se dejaban venir a nuestras tierras en sus Escalade negras y se la llevaban".
Una de las cosas que más me gustan de leer es poder viajar a través de los libros. En cierto sentido éste es el origen del nombre de este blog. Un trotamundos es una persona que vive viajando, un nómada solitario, un enamorado del mundo. Un trotalibros es, pues, una persona que vive viajando a través de la palabra impresa, un lector empedernido. Leyendo he sentido a flor de piel el viento helado de Noruega y el sol abrasador del desierto del Sahara. Pero no solo he viajado por el espacio, sino también en el tiempo: he sido testigo de la prosperidad de la ciudad de Roma y la brutalidad del modus operandi del movimiento nacionalsocialista alemán. Pero, a veces, los libros también nos llevan a verdades incómodas, tal y como lo expresó Al Gore en su famoso documental. Hoy os traigo Ladydi, de Jennifer Clement.
Os presento a Ladydi. No se trata de la princesa inglesa que cautivó a medio mundo y ha pasado a la historia por su trágico final. Ladydi es una niña que vive en un pequeño pueblo situado en el estado de Guerrero, México. En este pueblo ya no quedan hombres, todos se encuentran desaparecidos o se marchan a trabajar a Estados Unidos acabando y no vuelven por varios motivos. En cuanto a las mujeres, tal y como la misma Ladydi nos cuenta, lo mejor que les puede pasar es nacer feas. A las mujeres bellas y jovenes tarde o temprano se las llevan los narcotraficantes en sus coches negros y nunca más se las vuelve a ver.
En esta corta novela el lector se hace una idea de lo que tienen que pasar las mujeres del país vecino de Estados Unidos. La injusticia, la miseria y la impotencia con la que las mujeres ven pasar su vida. Esta novela nos traslada a un paisaje inhóspito, agravado por el veneno que lanzan helicópteros que, en vez de acabar con las plantaciones ilegales, se meten por los ojos y la boca de las niñas vestidas de niños. Se trata de una historia que apela directamente al corazón.
El estilo de Jennifer Clement es ágil, directo y prefiere la acción a la descripción. Se lee muy rápido. Además, la autora sabe de lo que habla. A pesar de ser estadounidense vive en Ciudad de México desde que tenía un año y, al ser presidenta del PEN México durante tres años, ha sido testigo de la desgracia de niñas como Ladydi.
Lo único que no me acabó de convencer fue el final. Me dio la sensación de que la autora buscaba dejar al lector un punto final de la historia lleno de luz y de esperanza, lo cual no encuentro negativo. Sin embargo, cuando llevas más de doscientas páginas relatando una vida llena de miseria y desgracias no cuela un final a lo High School Musical, es decir, un final en el que todos sus personajes se dan cuenta de sus errores, los corrigen, se perdonan entre ellos y se ponen a bailar juntos. Creo que una historia tan seria como ésta se merece un final a la altura. Es posible dar la misma imagen de esperanza con algo más de sutileza. Claro que se trata de una mera opinión, pues conozco a lectores a los que el final no les ha molestado.
En conclusión, Ladydi nos interna en el México más desolado y afectado por los males del tráfico de drogas. Además, se centra en la dura vida de las mujeres valientes que día a día luchan para sobrevivir. Una novela que entre polvo, alacranes, botellas vacías de cerveza, lluvias de veneno y hormigas rojas podemos divisar una niña que no se cansa de buscar la felicidad en cada recoveco.
Una de las cosas que más me gustan de leer es poder viajar a través de los libros. En cierto sentido éste es el origen del nombre de este blog. Un trotamundos es una persona que vive viajando, un nómada solitario, un enamorado del mundo. Un trotalibros es, pues, una persona que vive viajando a través de la palabra impresa, un lector empedernido. Leyendo he sentido a flor de piel el viento helado de Noruega y el sol abrasador del desierto del Sahara. Pero no solo he viajado por el espacio, sino también en el tiempo: he sido testigo de la prosperidad de la ciudad de Roma y la brutalidad del modus operandi del movimiento nacionalsocialista alemán. Pero, a veces, los libros también nos llevan a verdades incómodas, tal y como lo expresó Al Gore en su famoso documental. Hoy os traigo Ladydi, de Jennifer Clement.
Os presento a Ladydi. No se trata de la princesa inglesa que cautivó a medio mundo y ha pasado a la historia por su trágico final. Ladydi es una niña que vive en un pequeño pueblo situado en el estado de Guerrero, México. En este pueblo ya no quedan hombres, todos se encuentran desaparecidos o se marchan a trabajar a Estados Unidos acabando y no vuelven por varios motivos. En cuanto a las mujeres, tal y como la misma Ladydi nos cuenta, lo mejor que les puede pasar es nacer feas. A las mujeres bellas y jovenes tarde o temprano se las llevan los narcotraficantes en sus coches negros y nunca más se las vuelve a ver.
En esta corta novela el lector se hace una idea de lo que tienen que pasar las mujeres del país vecino de Estados Unidos. La injusticia, la miseria y la impotencia con la que las mujeres ven pasar su vida. Esta novela nos traslada a un paisaje inhóspito, agravado por el veneno que lanzan helicópteros que, en vez de acabar con las plantaciones ilegales, se meten por los ojos y la boca de las niñas vestidas de niños. Se trata de una historia que apela directamente al corazón.
El estilo de Jennifer Clement es ágil, directo y prefiere la acción a la descripción. Se lee muy rápido. Además, la autora sabe de lo que habla. A pesar de ser estadounidense vive en Ciudad de México desde que tenía un año y, al ser presidenta del PEN México durante tres años, ha sido testigo de la desgracia de niñas como Ladydi.
Lo único que no me acabó de convencer fue el final. Me dio la sensación de que la autora buscaba dejar al lector un punto final de la historia lleno de luz y de esperanza, lo cual no encuentro negativo. Sin embargo, cuando llevas más de doscientas páginas relatando una vida llena de miseria y desgracias no cuela un final a lo High School Musical, es decir, un final en el que todos sus personajes se dan cuenta de sus errores, los corrigen, se perdonan entre ellos y se ponen a bailar juntos. Creo que una historia tan seria como ésta se merece un final a la altura. Es posible dar la misma imagen de esperanza con algo más de sutileza. Claro que se trata de una mera opinión, pues conozco a lectores a los que el final no les ha molestado.
En conclusión, Ladydi nos interna en el México más desolado y afectado por los males del tráfico de drogas. Además, se centra en la dura vida de las mujeres valientes que día a día luchan para sobrevivir. Una novela que entre polvo, alacranes, botellas vacías de cerveza, lluvias de veneno y hormigas rojas podemos divisar una niña que no se cansa de buscar la felicidad en cada recoveco.
5 comentarios
Si te digo la verdad no conocia este libro, es la primera vez que oigo hablar de el. Sin embargo, por ese Mexico distinto que nos narra, me apetece leerlo. Lastima lo del final, que seguramente a mi tampoco me dejará contenta, pero al menos se a que atenerme. Besos
ResponderEliminarBueno me interesa, aunque de pronto tampoco me gustaria el final ajajja
ResponderEliminarNo lo conocía. Y me llama la atención a pesar de lo que señalas del final.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me ha resultado muy interesante lo que se cuenta, es el tipo de historia que me llama la atención; no tanto ese final que cuentas, chirría un poco. Tanto drama para acabar felices y comiendo perdices...
ResponderEliminarQue bé que l'hagis comentat. És una molt bona història que de tan real fa mal, per això el final potser t'ha sorprès, no?
ResponderEliminarCrec que l'autora ens vol dir que encara hi ha esperança.