Wilt - Tom Sharpe

26.2.17



"Siempre que Henry Wilt sacaba al perro a pasear o, para ser más precisos, cuando el perro le sacaba a él o, para ser más exactos, cuando la señora Wilt les decía a ambos que se fuesen de casa para que ella pudiese hacer sus ejercicios de yoga, Henry siempre seguía la misma ruta. De hecho el perro seguía la ruta y Wilt seguía al perro".

No es cosa fácil el humor a nivel literario. El hecho de que no exista en literatura buenos o malos actores, expresiones y tonos hace que sea particularmente complicado hacer reír al lector. Ni David Safier, ni Jonas Jonasson han conseguido hacerme reír, como mucho me han sacado una sonrisa. ¿Soy serio o tengo un humor un tanto especial? Me inclino a pensar que es lo segundo pues, aunque las percepciones que tiene sobre uno mismo están más deformados que los reflejos en los espejos mágicos del Tibidabo, no me considero una persona seria. Hay un tipo de humor tan sencillo y desenfadado como mordaz y políticamente incorrecto que me llega, que hace que pierda el punto de la lectura de tanto reírme. Habitualmente estas lecturas están protagonizadas por un personaje simple, sin ambiciones y que, hablando en plata, no se entera de nada, y con esta ingenuidad por bandera va avanzando en la historia poniendo inconscientemente todo lo que le rodea patas arriba. Un buen ejemplo, y español, podrían ser las aventuras del detective sin nombre del -en mi humilde opinión excesivamente- premiado Eduardo Mendoza. Sin embargo, algo me falla en las historias del último Premio Cervantes, quizás es que la formalidad de su lenguaje -que no deja de ser una virtud característica de sus novelas de humor- sacrifica el tono desvergonzado y directo que sí tiene el libro que os traigo hoy, que no es otro que Wilt, de Tom Sharpe.



Conocemos a Henry Wilt, una de estas personas a las que solo con ver cómo camina mientras pasea su perro, cómo espera impasible que haga sus necesidades, su posición aburrida y su mirada perdida, cualquiera de nosotros llegaría a la conclusión de que se trata de un ser mediocre. Y no nos equivocaríamos; Wilt, profesor auxiliar de un politécnico a quien nunca llega el ascenso que lleva esperando durante los largos años que lleva dando clases de literatura a carniceros, yeseros e instaladores de gas, es efectivamente un ser mediocre. Cuando al final del día, agotado de su rutina gris y anodina, llega a casa suele encontrarse la comida fría con una nota de su mujer, Eva, diciendo que está en clase de yoga, o de meditación trascendental, o de teatro, o de literatura, o de sea cual sea la última cosa a la que haya decidido entregarse en cuerpo y alma. Parece ser que la única afición que le dura a Eva es la de atormentar a Henry por su mediocridad, por su falta de empuje, presencia, virilidad y ambición, por su escaso espíritu agresivo, tanto en el ámbito profesional como personal. Es por esto que Henry, con la ayuda de una muñeca hinchable que aterriza en su vida de la forma más brutal, empieza a prestarse a oscuras fantasías de asesinato de su mujer. Es por esto que, cuando Eva desaparece, Henry se convierte inmediatamente en el principal sospechoso de un caso que, por desgracia del inspector Flint, será más complicado de lo que parece.

Se conoce como humor “inglés” aquel humor refinado que encuentra su base en la ironía, conservando un lenguaje formal pero a la vez punzante. Si esperáis encontrar este tipo de humor en esta novela por el solo hecho de que Tom Sharpe era británico, os equivocáis completamente. Esta disparatada comedia está llena de humor negro, directo, ácido, absurdo, escatológico, sexual y desvergonzado, en definitiva el tipo de humor que me puede. Me he reído muchísimo con las peripecias de Henry Wilt, especialmente en la segunda mitad del libro. Al ser los personajes de esta novela un tanto peculiares la primera mitad se centra más en introducirlos, mientras que en la segunda se desarrolla la investigación policial, encabezada por el inspector Flint, quien desde el principio está más que convencido de que Henry Wilt es un psicópata asesino sin escrúpulos que se ha librado de su pobre mujer. Wilt, al comprobar que la policía no está dispuesta a creer en su inocencia decide jugar, sabiendo que él no ha matado a Eva y consciente de que ésta va a aparecer en cualquier momento decide disfrutar de esta aventura y, por vez primera, salir de su mediocridad, de su aburrida rutina. Sí, precisamente al revés que cualquier persona normal, Wilt encuentra la libertad que no ha encontrado en la sociedad mientras se halla detenido e interrogado en una comisaría. Por su lado, el inspector Flint, que ha interrogado a los delincuentes más duros del país, nunca ha visto un caso como el de Wilt, que responde tranquila y pacientemente a sus insistentes preguntas. Los diálogos surrealistas entre estos dos personajes son, sin duda, lo mejor de la novela.

Pero la novela no se centra tan solo en estos dos personajes, sino que también sigue las aventuras de Eva Wilt abordo de un barco junto a una familia que no es lo que aparenta o las impresiones de lo que se filtra de la investigación para el profesorado de la politécnica, que con este escándalo ve peligrar la construcción del nuevo edificio de administración y la convalidación de su programa (los comentarios de un profesor en concreto me hicieron desternillarme de la risa).

Sin embargo, y aparcando el excelente humor de esta historia, esta ha sido una de las primeras novelas humorísticas que he leído que no se conforma con hacer reír al lector a través de escenas surrealistas y malentendidos hilarantes, sino que además profundiza en los personajes, empezando por el mismo protagonista, que pasa por una evolución impresionante que se convierte en la moraleja indiscutible del libro. Al final del libro, cuando está con el inspector Flint en el coche de policía, Henry realiza una reflexión que me ha quedado grabada en la mente para siempre.

Tom Sharpe se mete con todo el mundo a través de las andanzas de Henry Wilt. Recibe todo el mundo; desde el sistema educativo hasta la vida conyugal, pasando por el esnobismo, la iglesia y la hipocresía de la modernidad. Toda esta crítica social aparece de una manera tan despreocupada y divertida que el lector aprende a reírse de estas penosas realidades que, cuarenta y un años después de la publicación de esta novela, siguen siendo actuales. Y es que no podemos olvidar que, en 1976, año en que se publicó esta transgresora novela, mucho de los temas que introduce (como la terapia táctil entre las mujeres -es decir, relaciones lésbicas-, las numerosas referencias sexuales o incluso la aparición de una muñeca hinchable) aún eran tabú. Incluso os diré que encontré en este libro una caricatura cómica y desvergonzada de la novela negra.

En conclusión, he disfrutado mucho con este libro. Quizás es que ha llegado en el momento perfecto, quizás es porque precisamente ahora, que leo cuando llego a casa con el cerebro exprimido del trabajo, necesitaba una lectura como ésta: desenfadada, ágil, sencilla, sorprendente y divertida. Quizás en otro momento no me habría gustado, pero lo cierto es que esta novela llena de humor inteligente y mala leche me ha tenido sonriendo durante días enteros y me ha sacado alguna que otra carcajada. Si os gusta el humor más ácido, sexual y escatológico, las películas de Monty Python, las novelas más divertidas de Eduardo Mendoza y os apetece reíros mucho, este sin duda tiene que ser vuestra siguiente lectura.

Por si aún os lo estáis pensando, insisto: aparece una muñeca hinchable sexual en la historia. ¿De verdad os lo vais a perder? De nada.




5 comentarios

  1. Oí hablar de él en un programa literario de la 2, y me atrajo muchísimo, pero mira, no me había puesto en firme a su busca y lectura...ahora me pondré a ello, vaya.

    Un besito.
    Yolanda.

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  2. Pues no me había planteado la lectura de este libro hasta que te he leído...
    Besotes!!!

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  3. Pues nunca un libro me ha hecho reír como describes. Me has dado ganas de conocer este y probar con esa clase de humor (porque el humor inglés que comentas creo que no es el mío tampoco). Saludos!!

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  4. He leído varías novelas de Sharpe y todas las he disfrutado. Y no soy una lectora que se ría con facilidad.

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  5. Pens com tu, no tots ens reim de les mateixes coses i tenim un sentit de l'humor molt diferent. A mi sí que em va fer riure molt Safier (encara que els darreres novel·les són molt repetitives i la de Más maldito karma no em va agradar gens) i sóc més de l'humor anglès, com tu dius.
    Aquest llibre en canvi, no el vaig ni poder acabar. No era lo meu, m'avorria massa i aquest humor negre no em feia rialles. És simplement, que tenim gusts diferents.

    Això sí, encara que he trobat diverses novel·les d'humor que m'han agradat, encara no n'he trobat cap que tingui una bona trama.

    Per curiositat, has llegit Ha vuelto, de Timur Vermes?

    Salutacions,
    Laura.

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