La aventura del tocador de señoras, de Eduardo Mendoza

11.8.16


"Los primeros días, aprovechando que se prolongaba el hecho causal de no acudir ni un solo cliente a la peluquería, me dediqué a limpiar y a poner orden en el local. Con el mango de la escoba ahuyenté a las ratas que se habían instalado allí, y a puntapiés a los gatos tiñosos que habían llegado con aquéllas a un ignominioso pacto de no agresión. A base de zapatazos constreñí a pulgas, chinches, liendres, cucarachas y escolopendras a cambiar de domicilio. Eliminé las sanguijuelas que habían encontrado acomodo en los bigudíes. Lavé toallas, batas y paños en una fuente pública, amolé las tijeras en el bordillo de la acera, encolé las púas de los peines..., ¿para qué seguir? Trabajaba de sol a sol y mi cuñado, para demostrar que tenía depositada en mí plena confianza, me dejaba solo toda la jornada. A la hora señalada echaba el cierre y lo iba a buscar a uno de los nueve sex-shops que festoneaban la manzana y en cuyos sosegados y umbríos recovecos Viriato proseguía sus estudios de filosofía con tal ahínco que a menudo debía llevarlo a rastras a su casa, pues se hallaba en un estado de meritoria emaciación."


Estaba yo el otro día en una cena a casa de unos amigos, ayudando con viajes sucesivos de la cocina al comedor, cuando me paré a contemplar la pequeña biblioteca que tienen en el pasillo. Cuando la anfitriona, conocedora de mi pasión por los libros, me vio, me sonrió y confesó que eran las lecturas de su padre, a quien le encantaba especialmente Eduardo Mendoza. "¿Qué te parece este escritor?", me preguntó. Y me quedé mirándola sin saber qué contestar. ¿Me gusta Eduardo Mendoza? ¿Qué pesa más, lo que me gusta o lo que no de él? Le di una contestación neutral -"Es un buen escritor"- y cambié de tema -"Me encanta Truman Capote, veo que tu padre ha leído "A sangre fría"-, pero la verdad es que esa pregunta me hizo reflexionar sobre mi relación amor-odio con Mendoza. Cierto es que solo he leído las aventuras y desventuras de su famoso detective sin nombre (de ahora en adelante, "detective loco"), y que hubieron muchas cosas de esos libros que me encantaron. Me dio por recordar algunas ocurrencias hilarantes de este extravagante protagonista y decidí que ya había pasado mucho tiempo desde que le perdí la vista. Hoy os traigo la tercera entrega de esta saga, La aventura del tocador de señoras, de Eduardo Mendoza



La historia arranca cuando el doctor Sugrañes le comunica al protagonista que ha sido dado de alta del centro psiquiátrico, que se halla curado, en definitiva, que es libre. Una vez las puertas del que ha sido su hogar durante muchos años se cierran tras de si, el detective hace lo que siempre ha hecho cuando se ha visto con la libertad de recorrer a sus anchas las calles de la Ciudad Condal: ir a ver a su ingenua hermana. Cual es su sorpresa cuando comprueba que Cándida ha dejado su oficio para casarse y llevar una vida decente. Nuestro patidifuso protagonista conoce a su nuevo cuñado, Viriato, y este le da la oportunidad de reintegrarse en la sociedad dándole un empleo en un pequeña y sucia peluquería que regenta. En este negocio el detective vierte toda su ilusión y sus ganas de prosperar y de no volver a caer en el abismo sin fondo de los vicios, las trifulcas y los problemas. Sin embargo, la visita a la peluquería de una misteriosa y atractiva mujer removerá todos los cimientos de su nueva rutina y lo llevará a ser considerado el principal sospechoso del asesinato de un rico e importante empresario.

Esta tercera entrega de las disparatadas aventuras del detective sin nombre cambia en muchos sentidos con respecto a las anteriores. En primer lugar, ya no nos encontramos en la época de la transición, sino en los años de la abertura de España, la especulación inmobiliaria, la llegada del turismo y el asentamiento de la democracia, con el consecuente ascenso de una nueva clase de políticos. Aunque este libro fue publicado diez años antes de la crisis económica Eduardo Mendoza denunciaba ya muchas de las malas praxis llevadas a cabo tanto por parte del sector económico como del sector político que causaron dicha crisis. Nos encontramos con una sociedad tan o más enloquecida que el protagonista, pero loca por el dinero. En segundo lugar, por primera vez descubrimos al detective loco libre y sin misión ni objetivo al que se deba tal libertad. Nuestro protagonista hace un pensamiento y decide retomar las riendas de su vida, tener una vida normal, trabajar, prosperar, incluso tener una familia. El ejemplo de Cándida, que ha pasado de prostituta en los barrios bajos de Barcelona a respetada (¿?) esposa abre los ojos de nuestro protagonista, quien decide seguir su camino, tomar el empleo que le ofrece Viriato y no decepcionarlos, ni a ellos ni a él mismo. Decidido como está en no volver a caer en alguna tentación que lo lleve otra vez al centro psiquiátrico, conocemos a un detective que se resiste a una nueva aventura, que la intenta evitar, esquivar, pero la aventura lo persigue.

Esta tercera entrega de momento es la que más me ha gustado de la saga. Posee la frescura de El misterio de la cripta embrujada y la complejidad de El laberinto de las aceitunas. Como siempre, lo que más me gusta es el punto de partida -en este caso la salida del detective loco del centro y su rutina como peluquero- y la sátira mordaz a la sociedad. Se introducen nuevos personajes estrafalarios, como el abogado Miscosillas, las dos Ivets, Magnolio (un chofer miope de color) y, sobretodo y muy especialmente, el alcalde de Barcelona, con quien me he reído muchísimo. Creo que el alcalde es un buen ejemplo de la habilidad de Eduardo Mendoza por retratar en un solo personaje y con un tono jocoso y desenfadado a todo un oficio o clase social. El alcalde es un cabeza hueca, un tonto que tiene su cargo gracias a no tener escrúpulos, y cuando oye algo no del todo limpio o algo por lo que se deba mojar  pronuncia su lema: "éstas no son cosas que yo deba oír". Me ha parecido un personaje magistral, me he reído mucho con él. Es una parodia bien encontrada de la triste realidad.



Hay un par de escenas sencillamente increíbles, como en la que los personajes se van escondiendo en el apartamento del protagonista y ninguno quiere que los otros sepan que está allí, o la de la matanza. Realmente es el libro de Eduardo Mendoza con el que más me he reído, es la entrega en la que más se ha desmelenado y en el que más buenas ocurrencias y salidas extravagantes tiene. 

Sin embargo, me ha sucedido exactamente lo mismo que en los otros. Por un lado, el vocabulario irónicamente refinado que impregna toda la narración en primera persona (de un loco, no nos olvidemos de eso). No obstante, por el otro, la primera mitad del libro siempre la disfruto muchísimo y no dejo de reírme, pero progresivamente, cuanto más crece la importancia del caso que el detective loco debe resolver, la parte cómica va a menos. Esto a muchos les va a gustar mucho (supongo), pero yo, que no me gustan nada las novelas negras y de detectives, cada vez me gusta menos.


Tal que así; al principio la trama cómica está al máximo y la detectivesca
ni siquiera existe aún (es la parte en la que más disfruta un servidor),
pero esto progresivamente se invierte, y la segunda mitad ya no me gusta tanto.

En conclusión, este es, de momento, el libro de la saga del detective loco que más me ha gustado, el más divertido y con unas escenas estrafalarias que aún ahora, recordándolas, me sigo riendo. Sin embargo, le pasa como a todos los libros de esta saga, que aún disfrutándolos, una vez pierden su frescura inicial y se mete de lleno en el caso que hay de resolver, se me hace un poco cuesta arriba. Si ahora mi amiga me volviera a preguntar qué me parece Eduardo Mendoza le respondería que, por lo que he leído suyo, me lo he pasado bien y, aunque puedo decir que son libros únicos, no puedo afirmar que sean redondos. Pero también le diría que seguiré leyendo sus libros.



 TE GUSTARÁ 
SI TE GUSTÓ
 PROS
  • Los cambios introducidos, tanto en la época como en los objetivos del protagonista, son muy positivos.
  • El vocabulario irónicamente refinado del protagonista. Nada como una narración en primera persona de un detective loco.
  • Libro muy divertido, con escenas inolvidables y nuevos personajes hilarantes (sobretodo el alcalde)
  • La crítica social que impregna todo el relato.
 CONTRAS
  • A medida que avanza la narración la trama cómica (que es la que me gusta) se desinfla para dejar crecer la trama detectivesca (que me aburre).
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DEL AUTOR

8 comentarios

  1. Me han recomendado este autor y precisamente una de las cosas que me echan atrás es su temática detectivesca... Así que tendrá que darse el momento apropiado para que me anime a probar con él.

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  2. Es uno de mis eternos pendientes!

    Besotes

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  3. Tengo un libro suyo por ahí en la estantería pero aún no he podido darle una oportunidad. Tu opinión hace que me despierte curiosidad porque creo que pueda gustarme. Un saludo!

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  4. Llegué a Mendoza con La isla inaudita, de la que tengo un gran recuerdo y otro sobre la expo de Barcelona, también estupenda, el resto que he leído, no termina de gustarme, aunque, creo que, como tú, seguiré leyendo libros suyos... Besos.

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  5. De Mendoza hay libros excelentes y otros (especialmente los últimos) no tanto, en los que tira de oficio y su detective se dedica a hacer gansadas sin gracia ni sentido. Creo que éste es el último de los grandes, el último en el que me reí a carcajadas.

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  6. Es un autor que me gusta bastante y me anoto el título para ponerme con él.

    Un besiño

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  7. Solo he leído un libro de Eduardo Mendoza: Sin noticias de Gurb. Me encantó el libro, peeeeero, no sé si leer algo más del autor, así que siempre lo dejo para "una próxima lectura".

    MUAS!

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  8. hola y ya me lo llevo apuntadisimo! lei apenas algunas hojas de ese autor con las aventuras de un romano llamado Pomponi Flato y es muy bueno, asi que ya busco este! que viaje prometedor han tenido mis alas hoy! saludosbuhos y te esperamos de vuelta.

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