La guerra no tiene rostro de mujer, de Svetlana Alexiévich

9.4.16


«Por las calles de la ciudad vagaba una mujer demente… Nunca se lavaba, ni se peinaba. Mataron a sus cinco hijos. A todos. Los mataron de formas distintas. A uno le dispararon en la cabeza, al otro en el oído…
» Se acercaba a un peatón en la calle… A uno cualquiera… Y le decía: “Te contaré cómo mataron a mis hijos. ¿Por quién empiezo? Por Vasia… ¡Le dispararon en el oído! Y a Tolia, le dispararon en la cabeza… A ver, ¿con quién empiezo?”.
» Toda la gente huía de ella. Estaba loca, por eso podía contarlo…».
Antonina Albértovna Vizhútich,
partisana, enfermera.


Recientemente he venido a criticar varios premios literarios, de momento han recibido mi veredicto el último ganador del Premio Nadal y del Premio Planeta, ambos españoles y ambos pertenecientes a editoriales. Hay pocos premios de los que me fío completamente, pero uno de estos es el premio literario más prestigioso del mundo: el Premio Nobel de Literatura. Cuando creé este blog me propuse leer algo -más o menos dependiendo de lo que me gustara- de los galardonados con este premio. Desde que hago esto, tres han sido los premiados: Alice Munro (2013) cuyos cuentos en su momento me enamoraron, Patrick Modiano (2014) con quien no conseguí acabar de conectar y finalmente Svetlana Alexievich (2015). Me quedé tan impactado con sus Voces de Chernóbil que tuve claro que quería seguir leyendo algo más de esta escritora. A la hora de decidir cuál de sus libros sería mi siguiente lectura tuve en cuenta la recomendación de la representante de la Academia Sueca, y por esto hoy os traigo La guerra no tiene rostro de mujer.

Empiezo a escribir esta reseña con la sensación de que no hay palabras para describir el dolor que he sentido leyendo este libro. No las hay. La guerra no tiene rostro de mujer se centra en la experiencia de las mujeres que se alistaron, participaron y lucharon en la Segunda Guerra Mundial contra Alemania. Mucho hemos leído de los grandes héroes, de las grandes hazañas, de los recuerdos vividos en el frente desde la perspectiva masculina. Sin embargo, a Svetlana Alexievich le interesa lo pequeño, tal y como ella misma reconoce:

"No escribo sobre la guerra, sino sobre el ser humano en la guerra. No escribo la historia de la guerra, sino la historia de los sentimientos. Soy historiadora del alma. Por un lado, estudio a la persona concreta que ha vivido en una época concreta que ha vivido en una época concreta y ha participado en unos acontecimientos concretos; por otro lado, quiero discernir en esa persona al ser humano eterno. La vibración de la eternidad. Lo que en él hay de inmutable"

"Me interesa no solamente la realidad que nos rodea, sino también la que está en nuestro interior. Lo que más me interesa no es el suceso en sí, sino el suceso de los sentimientos. Digamos, el alma de los sucesos. Para mí, los sentimientos son la realidad. ¿Y la historia? Está allí, afuera. Entre la multitud. Creo que en cada uno de nosotros hay un pedacito de historia. Uno posee media página; otro, dos o tres. Juntos escribimos el libro del tiempo. Cada uno cuenta a gritos su propia verdad. La pesadilla de los matices. Es preciso oírlo todo y diluirse en todo, transformarse en todo esto. Y al mismo tiempo, no perderse. Fundir el habla de la calle y de la literatura. La dificultad adicional es que hablamos del pasado con el lenguaje de hoy. ¿Cómo se podrán transmitir los sentimientos de entonces?". 

A mi parecer, esto es lo mejor del libro, lo que lo hace tan especial, tan intenso: entra en los sentimientos, en la rutina y consigue que el lector no quiera saber más que eso, que la experiencia individual de las voces femeninas que se dejan oír en este libro.

La forma de narrar es la misma que en Voces de Chernóbil, separado por temáticas poco definidas encabezadas un breve escrito de Svetlana donde narra su experiencia a la hora de encontrarse con las mujeres, entrevistarlas y decidir los fines del libro, el resto se divide en voces de diferentes testigos, en narraciones cuya longitud varía de una línea a diez páginas, aunque suelen ser breves e intensas.

Svetlana Alexievich no solo realizó un trabajo extraordinario a la hora de entrevistar a miles de mujeres y escudriñar en sus recuerdos hasta encontrar lo que le interesa, lo íntimo, lo sentimental, los detalles de su rutina, la verdad de lo que sucedió (lo cual la convierte en una periodista increíble) sino que también demuestra una capacidad de selección de anécdotas y consigue una intensidad impresionante en cada capítulo, en cada página, en cada línea, y la mantiene durante toda la lectura (lo cual la convierte en una escritora increíble). Más de doscientas cincuenta páginas de intensidad, de anécdotas duras y tristes de las que en ocasiones necesitaba descansar para poder continuar. A veces, al igual que Svetlana mientras escribía este libro, he sentido la tentación del no querer saber, de no continuar leyendo por temor a que vengan cosas peores. Y cada vez que me he recordado que lo que estaba leyendo es real, que ha pasado, que no es ficción, me venían escalofríos.

Cuando las radios soviéticas anunciaron el inicio de la guerra contra Alemania todo el mundo creyó que sería corta, todo el mundo corrió a las oficinas de reclutamiento para alistarse, aunque no tuvieran la edad suficiente (dieciocho años), aunque no tuvieran ninguna formación en el que sería su oficio en el frente. Si la solicitud les era denegada se las ingeniaban de cualquier manera para poder ir. Hombres y mujeres por igual acudieron a la llamada con ilusión, con la esperanza de convertirse en héroes soviéticos. Tal era el poder de la publicidad: todo por la Patria, todo por Stalin.

Este libro se centra en la experiencia de las mujeres. Ellas, que fueron educadas para estar bellas, para cocinar, para limpiar, para criar hijos y contentar al esposo, de repente tenían que vestir como un hombre, disparar, sobrevivir en el frente, ganarse el respeto de sus camaradas, renunciar a su feminidad. Viviendo tan cerca de la muerte, día tras día, algunas lloraban a sus muertos, otras se enamoraban, otras pensaban en qué harían cuando acabara la guerra. Y finalmente llega la ansiada Victoria, en la que empezó una segunda guerra para ellas: tuvieron que aprender a volver a ser mujeres, tuvieron que afrontar que, en vez de convertirse en patriotas como sus camaradas hombres fueran tachadas de las putitas de guerra.

Svetlana escudriña en los recuerdos, y encuentra. Encuentra enamoramientos tanto platónicos, como temporales, como eternos. Muerte, mucha muerte, de hijos, de esposos, de padres, de amistades, de compañeros. Normalmente cuando se habla de la guerra salen imágenes de grandes ejércitos que marchan de forma extraordinariamente organizada y ordenada. Lo que hace Svetlana es coger al lector y presentarle la vida, las circunstancias, los sentimientos, las preocupaciones, las pequeñas ilusiones y esperanzas de cada uno de esos soldados. Y a partir de esas pequeñas anécdotas el lector se va formando la realidad de lo que supuso para esas mujeres ir a la guerra. Y ganarla.

Además, antes de empezar con el libro en sí, Svetlana Alexievich comparte algunas voces que silenció y algunas que cayeron con la censura que existía en el momento en que publicó este libro, junto a sus conversaciones con el censor. Esto último me llamó mucho la atención, y lo disfruté muchísimo, ver la diferencia de ideas entre el censor y la autora.

«Durante la guerra… 
»Me transportaron a la unidad militar… A la línea de batalla. El comandante me recibió pidiendo: “Quítese el gorro, por favor”. Me sorprendí… Me quité el gorro… En la oficina de reclutamiento nos habían cortado el pelo corto como un soldado, pero mientras estuvimos en el campamento, mientras duró el viaje, el pelo me había crecido un poco. Comenzó a rizarse, es que lo tengo muy rizado. Unos rizos pequeñitos… Ahora ya no se ve… Me he hecho vieja… Pues el comandante me estaba mirando: “Llevo dos años sin ver a una mujer. Permítame que la mire”. 
»Después de la guerra… 
»Yo vivía en un piso compartido. Mis vecinas estaban casadas. Me ofendían, se metían conmigo: “Ja, ja, ja… Venga, cuéntanos cómo te follabas allí a los tíos…”. Le echaban vinagre a mis ollas, me vertían paquetes de sal en los guisos… “Ja, ja, ja”. 
»Mi comandante se licenció del ejército. Vino a verme y nos casamos. Fuimos al registro civil y ya está. No organizamos ninguna boda. Y un año más tarde me dejó por otra mujer, la jefa del comedor en nuestra fábrica: “Ella huele a perfume, y tú apestas a botas y peales”. 
»Vivo sola. No tengo a nadie en este mundo. Te agradezco que hayas venido a verme…». 


Ekaterina Nikítichna Sánnikova, 
sargento, tiradora

El peligro que corren los libros de Alexievich, y como reconoce ella misma también su temor, es hacerse repetitivo. Le han llovido ciertas críticas por el hecho de que, al dar voz a muchas personas que han pasado por la misma experiencia se puede volver algo repetitivo. Aunque debo decir que hay varias veces que pensaba que se iba a narrar otra vez lo mismo, también es cierto que en ningún caso he tardado en arrepentirme de haber pensado esto. Quizás te narra muchas veces cómo, por ejemplo, las mujeres se iban a alistar. Sin embargo, la magia del libro reside en encontrar sus circunstancias, sus sentimientos, las razones que las llevaron a correr hacia la oficina de reclutamiento para defender a la patria. Y en eso, cada mujer es diferente.

Svetlana lo ha vuelto a hacer. Este libro me ha gustado aún más que Voces de Chernóbil, este libro me ha apuñalado una y otra vez. He sentido la soledad que sintieron las mujeres durante y después de la guerra, he sentido el dolor de haber perdido a un ser querido, he sentido la sed de venganza, he sentido la felicidad de un encuentro y de un reencuentro, he sentido la opresión sexual, he sentido la fuerza y la valentía que tuvieron todas esas mujeres y la ilusión de que alguien -Svetlana- se interesara por sus recuerdos, sus perspectivas, las injusticias que se cometieron contra ellas, con la intención de darlas a conocer al mundo.

Me he leído este libro en tres días. Ahora lo he acabado me hallo destrozado, descompuesto, con la sensación de no saber qué hacer con mi vida, como esas mujeres cuando volvieron a casa después de la Victoria y tuvieron que aprender a volver a ser ellas mismas. Svetlana Alexiévich debería ser lectura obligatoria en los institutos. La última frase de este gran libro llega como un suspiro, como la luz al final del túnel, como el final incierto de un infierno: “los pájaros pronto olvidaron la guerra”. 









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14 comentarios

  1. ¡Buenas!
    No he leído nada de la autora, aunque "Voces de Chernóbil" sí me suena. Este tipo de libros siempre rompe un poco el alma de uno, pero son muy necesarios, ¿verdad? Creo que no para obligar a leerlos, aunque tampoco la propaganda debería ser obligada, claro.

    Estas son lecturas que me gusta hacer de vez en cuando, pero en momentos en los que me sienta con ganas (o con fuerzas, más que con ganas) de soportar la frustración y escuchar sobre las injusticias y toda la porquería que somos capaces de generar los seres humanos en conjunto.

    Me ha encantado tu reseña, ¡muy buena! Me llevo la recomendación de la autora, gracias.


    ¡Saludos! ♪

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  2. Hola Jan,

    Ufff!! Muy triste y muy duro... He leído estupendas críticas de los libros de esta autora!
    Siempre que tengo un libro así entre mis manos, acabo dejándolo otra vez en su lugar mientras me digo a mí misma "no tengo ganas de sufrir, quiero algo más alegre"... ¿Te puedes creer que ni he leído El diario de Anna Frank, por poner un ejemplo?

    Muy buena reseña! Es un placer leerte ;)

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  3. A mí también me dejó destrozada, aunque el que más fue "Los últimos testigos" - sobre los niños de la guerra. Me parece que saldrá en español el año que viene. Son libros que ta dan ganas de bien gritar bien pasar horas mirando la pared. Parece increíble que todo esto haya ocurrido de verdad. Besos

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  4. Bueno ya sabes que estoy apuntada a tu reto, así que me tocará leer a esta mujer este año.. voy sin expectativas porque no s´si me gustará
    un beeeeeeesito

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  5. A pesar del éxito de la autora, aún no he probado nada de ella, pero con reseñas como la tuya, ganas no me faltan ;)

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  6. Qué duro tiene que ser este libro. Pero después de tu tremenda reseña, me queda claro que tengo que estrenarme con esta autora.
    Besotes!!!

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  7. Hola!
    No he leiío nada de la autora pero he leído varios libros basados en la segunda guerra mundial. Hay un libro que también es basado en una historia real, que el autor del libro vivió y que me dejó un sentimiento similar; se llama La Hora 25 y te lo recomiendo también.

    Este tipo de libros me dejan un poco triste por lo que no me gusta leerlos, pero a la vez siempre terminan gustándome por lo que no sé si decidirme a leerlo o no...seguramente si se presenta la oportunidad lo lea, pues este tiene algo diferente: se trata de mujeres.

    En fin, excelente reseña y gracias por la recomendación. Saludos! :D

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  8. Me gusta lo que cuentas. Me lo apunto. Eso si habrá que buscar el momento adecuado por su dureza.
    Me quedo por aquí.
    Un beso ;)

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  9. Muy interesante, aunque no creo que lo leyese. Me llama más en cambio algo de Alice Munro, que veo que la citaste. Y si son cuentos mejor que mejor, porque los relatos es un género por el que tengo debilidad. ¿A qué libro de ella te referías?

    Un abrazo ;)

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  10. Pues habrá que tenerlo en cuenta, no lo conocía. Me fío de tu recomendación =)

    Besotes

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  11. Tengo muchas ganas de leer libros de ella y después de leer está magnifica reseña, estoy segura que será más pronto que tarde.
    Me ha dolido leer esos fragmentos que has colocado, no quiero imaginar como será leer todo el libro.

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  12. ¡Buenas!
    Qué buena reseña. Yo leí el libro hace ya unos meses, en Diciembre, y me maravilló. Principalmente porque, como dicen muchas mujeres, les arrebataron la Victoria. Yo no tenía idea de que se habían alistado casi un millón de mujeres en el ejército. Recuerdo que, de entre los testimonios, había uno sobre una que nunca se había quitado el uniforme y que ni siquiera lo consideraba una opción, así que los hombres no la aceptaban. Muchas que se tomaron fotos con todas sus medallas, aunque después nadie las recordará. Definitivamente me gustó mucho :)
    Nea

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  13. Acabo de aterrizar en tu blog y este título me ha llamado la atención, así como el textos que has transcrito. Más calmadamente, iré haciendo un recorrido por las distintas entradas. Ha sido una alegría encontrarte entre tanta crítica literaria mediocre. Además, te felicito por la elegancia de tus fotografías.

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  14. Tengo una cuenta pendiente con esta autora.
    Recuerdo que cuando ganó el Nobel y miré su obra me intimidó un poco. Pero ya tengo dos de sus libros en mente, los dos que ya has leído.
    Quizá esté me llame todavía más por la historia que cuenta, me gusta este enfoque porque es verdad que cuando hablamos de las grandes guerras casi nunca lo hacemos desde la perspectiva de las mujeres
    Besos

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