Los Pissimboni, de Sònia Hernández

10.6.15


«Nadie quería a los Pissimboni. Vivían en una casa cubierta de hiedra en lo alto de una colina, lo suficientemente distanciada de las demás casas como para que todo el mundo considerase que vivían fuera del pueblo. Formaban una familia de muchos hermanos y nadie sabía si el patriarca y su mujer, Ignacio y Martina Pissimboni, todavía estaban vivos. Nunca se les veía por el Pueblo, y sus habitantes ya se habían acostumbrado a no pensar en ellos. Nadie les quería ni se preocupaba ya por aquella familia. Tampoco ellos pensaban en nadie ni querían a nadie»

Sería osado y casi ingenuo afirmar que siempre y sin excepción son los libros los que nos encuentran a nosotros, pero a veces a uno le queda la sensación de que efectivamente así ha sido. Desde el principio el título y la portada me llamaron la atención, después el fragmento de la contraportada me capturó y, por fin, la recomendación vía Twitter de la librería No llegiu me impulsa a tomar la decisión. Saliendo del examen final de Derecho Internacional Privado decido premiarme acercándome a una librería y comprando Los Pissimboni, de Sònia Hernández.

Los Pissimboni son una familia que vive en una casa cubierta de hiedra coronando una colina. Allí viven aislados, dando la espalda al Pueblo, el matrimonio de Martina y Antonio Pissimboni con sus muchos hijos, soñando con volver algún día a su hogar, Sandofar, de donde tuvieron que huir. El Pueblo los tiene como unos salvajes y unos bárbaros, los Pissimboni desprecian al Pueblo porque sacrifican su libertad para sentirse seguros. 

Sònia Hernández, con este punto de partida, va tejiendo una historia donde todas las palabras encajan, donde a cada paso el lector es más consciente de la perspectiva subjetiva, a veces lejana a la realidad, ignorante y sabia a la vez. Vamos conociendo a algunos de los hijos Pissimboni -no a todos-, especialmente a Yago que, a diferencia de sus hermanos, tiene la inquietud de huir de la casa de la colina, ir al Pueblo y mezclarse entre sus gentes haciéndose pasar por forastero. Allí descubre lo que piensan de los Pissimboni y sus dudas crecen.

Es un libro corto e intenso cuya narración denota una libertad absoluta en forma y fondo. En la forma, por ser escrito con un estilo que en ocasiones me ha parecido kafkiano -la visita de Yago a la Casa del Pueblo- y otras a Haruki Murakami por el tono onírico, pero al fin y al cabo un estilo diferente que te mantiene pegado a sus páginas hasta el final. En el fondo porque si en este libro hay dos conceptos esenciales es Verdad y Libertad. Dando vueltas a estos dos epicentros el ritmo va in crescendo hasta desembocar a un final que da más preguntas que respuestas. ¿Cómo interpretarlo? Esto es cosa de cada uno, y esta incertidumbre hipnótica que crece a lo largo del relato hace aún más increíble esta novela corta. Aquí un servidor que se muere de ganas de tener una conversación con la autora.

En conclusión, podría decir que Sònia Hernández me ha recordado a Franz Kafka o a Haruki Murakami, y aunque no deja de ser cierto, menos cierto es que Sònia Hernández ha creado un estilo propio, diferente a todo lo que hoy producen los escritores españoles. La incertidumbre en la ineludible búsqueda de la verdad, la incomunicación familiar, la sensación de encontrarse perdido en un mundo demasiado grande... todo esto encontrará el lector si se atreve a acercarse a la casa cubierta de hiedra donde habitan los Pissimboni, temidos y a la vez despreciados por el Pueblo. 

7 comentarios

  1. Tú como siempre leyendo libros que ni me suenan...
    pues no pinta mal, si se parece a Kafka o Murakami vamos bien, ambos me gustaron
    ahora tengo mucha lista pendiente
    pero bueno, siempre recurro a tu blog y tu lista de reseñas si necesito algo nuevo
    un beesito
    PD ¿Todo bien en junio?

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  2. Parece muy interesante, aunque te confieso que has hablado tan bien de el que has hecho que mis expectativas estén por las nubes.

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  3. Menuda lectura después del derecho internacional privado... Yo después de ese examen recuerdo haber necesitado sangre- roja y en cantidades considerables, jaja.
    La novela suena bien. Me recuerda "Mala educación" de Ana María Matute, aunque me imagino que está ambientada en otra época.
    saludos

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  4. Le reconozco el que por lo que cuentas, tiene una coz propia, que ya es un aliciente. Sin embargo, personalmente no creo que disfrutara con él. Leí uno de los libros más realistas de Murakami y me quedé con una sensación rara, así que no se si lo onírico es para mi
    Besos

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  5. Holaaaa >____<

    Oh, un libro desconocido. Me gusta. Así me gusta. XDD
    Me encantan tus introducciones, "decido premiarme acercándome a una librería". ESA SOY YO. Me gusta como te expresas, "esta incertidumbre hipnótica que crece a lo largo del relato hace aún más increíble esta novela corta." Me gustan tus finales: "un servidor que se muere de ganas de tener una conversación con la autora." Por si no se ha captado la idea. XD

    No he leído a Franz Kafka aún, la verdad es que me lo recomendaron mucho. Si se acerca a Murakami, sabes que me has convencido, ¿verdad? Creo que lo probaré, pero en algún otro momento.

    Ahh, no puedo terminar este comentario sin mencionarte LO MARAVILLOSA QUE ES LA FOTO. Es que si no lo hago, no soy yo, no... no me siento bien. :P

    Muchísima suerte con los estudios :)

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  6. Buena reseña. Da muchas ganas de leerlo. Lo tendré en cuenta.
    Un saludo.

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  7. Pues este creo que lo dejo pasar =)

    Besotes

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