La fantasía tolkieniana fuera de la Tierra Media.
Cuentos desde el Reino Peligroso, de J.R.R. Tolkien
26.11.15
"Fantasía es una tierra peligrosa, con trampas para los incautos y mazmorras para los temerarios. Y de temerario se me puede tildar, porque, aunque he sido un aficionado a tales cuentos desde que aprendí a leer y en ocasiones les he dedicado mis lucubraciones, no los he estudiado, en cambio, como profesional. Apenas si en esa tierra he sido algo más que un explorador sin rumbo (o un intruso), lleno de asombro, pero no de preparación. Ancho, alto y profundo es el reino de los cuentos de hadas y lleno todo él de cosas diversas: hay allí toda suerte de bestias y pájaros; mares sin riberas e incontables estrellas; belleza que embelesa y un peligro siempre presente; la alegría, lo mismo que la tristeza, son afiladas como espadas. Tal vez un hombre pueda sentirse dichoso de haber vagado por ese reino, pero su misma plenitud y condición arcana atan la lengua del viajero que desee describirlo. Y mientras está en él le resulta peligroso hacer demasiadas preguntas, no vaya a ser que las puertas se cierren y desaparezcan las llaves."
Mi pasión por todo lo que sale de la pluma de Tolkien no empezó con un libro, sino con una película. Aunque mi hermano mayor me había explicado algunas cosas impresionantes de un libro que había leído en la escuela -más tarde supe que se trataba de El Hobbit-, fue cuando, con ocho años, fui a ver El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo cuando me asombró el mundo de Tolkien. Esta película me cambió completamente, me dejó sin palabras, y dividí toda mi pasión entre las aventuras de Harry y las de Frodo. En el patio de la escuela jugaba a la Tierra Media con mis amigos, dibujaba sus personajes y les pedía a los reyes magos todos los juguetes relacionados con las películas. Esta pasión no ha ido a menos a través de los años, y mi pareja me mira raro cuando miramos las películas y descubre que me sé el diálogo entero.
Aunque cueste de creer, no fue hasta hace muy poco que me atreví a leer los libros. Esto se debe a que a los nueve años intenté leer el primero de la trilogía y no pasé de la tercera página, y desde entonces le guardé un gran respeto a la literatura de Tolkien. Sin embargo, cuando hace dos años empecé no pude parar, y aún me reservo la lectura de El Retorno del Rey para dejar descansar la saga como un vino. Sin querer, siempre relacioné a Tolkien con la Tierra Media, pero cual fue mi sorpresa al descubrir que su pluma salió de las fronteras imprecisas de este mundo mítico. Hace relativamente poco Minotauro publicó La caída de Arturo, donde revive las leyendas del rey Arturo de Bretaña. También tradujo del inglés antiguo la leyenda de Beowulf. Sin embargo, lo que más me llamó la atención fue que, incluso en el género fantástico, del que es sin duda uno de los grandes maestros, escribió historias que nada tienen que ver con el mapa en el que situaría El Hobbit, El Señor de los Anillos y Salmarillon. Cuentos del reino peligroso recoge todos sus escritos de género fantástico desconectados de la Tierra Media, la mayoría anteriores a ella pero en los que se pueden observar los elementos que aflorarían con todo su resplandor en las novelas que todos conocemos del famoso escritor británico.
Antes de entrar en el fondo, permitidme hablar de la forma: la cuidada edición con la que Editorial Minotauro homenajea estos escritos tempranos de su escritor estrella. Tapa dura y azul con sobrecubierta, todo el libro lleno de las maravillosas ilustraciones de Alan Lee -el Corominas de la Tierra Media- y un tipo de página de muy buena calidad. Realmente ha sido un placer leer un libro tan mimado editorialmente hablando.
El libro empieza con una introducción escrita por Tom Shippey, un académico considerado uno de los más expertos en los trabajos de J.R.R. Tolkien. En ella repasa todos los cuentos que no esperan poniéndolos cuidadosamente en contexto con el contexto en la vida del autor en el momento en que fueron escritos. Una de esas introducciones que sí están hechas para leer antes de ponerse con lo principal del libro, y que incluso apetece ir releyendo a medida que se avanza con la lectura.
El primero de los escritos es un cuento llamado Roverandom, los aficionados a Tolkien ya sabréis de qué se trata. Yo, al menos, era el único texto incluido en Cuentos del reino peligroso cuya existencia conocía antes de leer este recopilatorio. Nació cuando el hijo de Tolkien, Michael, perdió en la playa un juguete al que estaba muy unido, un perrito de peluche. Aunque lo buscaron durante días enteros no consiguieron encontrarlo y Tolkien, para consolar a su hijo de la pérdida le contó este cuento en el que conocemos a Rover, un perro que muerde a un mago y este, enfadado, lo convierte en juguete. Sin poder moverse pasa de mano en mano hasta llegar a las manos de Michael, quien lo cuida muy bien (no sé vosotros, pero yo aquí veo una inspiración clara de Toy Story). Aunque Rober es feliz con Michael, sigue anhelando recuperar su tamaño y volver a ser un perro normal que pueda ladrar y correr. Por esto, un día que Michael lo deja en la playa conoce a otro mago, Psámatos, quien hará que finalmente se pueda mover, pero no consigue hacer que recupere su tamaño. A partir de aquí, Rover pasará mil aventuras, visitará el lado oscuro y lado claro de la luna y el reino de los mares, conociendo a otros perros que lo ayudarán. Se trata de uno de esos cuentos infantiles inolvidables, que se leen y se vuelven a leer. Disfruté muchísimo de las aventuras de Rover.
El segundo cuento es Egidio, el granjero de Ham y aunque también fue escrito para contarlo a sus hijos, es menos infantil que el primero y en el que ya podemos encontrar el tono que adoptará Tolkien en El Hobbit, con el que mantiene muchas semejanzas. Así, en este cuento también conocemos a un protagonista humilde y hogareño que, sin buscarlo ni quererlo, acaba metido en un entuerto tras otro y, utilizando su bondad, su lealtad, su astucia y su compasión, demuestra ser un verdadero héroe. También nos encontramos con un dragón Crisófilax -el Smaug de esta historia- que, animado por la ingenuidad de un ogro, deja las remotas montañas donde vive para sembrar la desolación en el reino de los hombres cuyos reyes y caballeros le temen más que el pueblo mismo. Pronto se acerca a la granja de Egidio y este tendrá que tomar una decisión.
Este se trata sin duda de mi cuento favorito. Sencillamente no podía dejar de leer y, por el tono y la manera de narrar, podría ser perfectamente situado en la Tierra Media. En él Egidio se tendrá que superar constantemente y descubrirá que en él hay mucho más de lo que cree.
Después nos encontramos con Las aventuras de Tom Bombadil, un seguido de poemas y canciones que suponen la única relación de este libro con la Tierra Media. Sacados del Libro Rojo, estos sonetos son en su mayoría leyendas y bromas de la Comarca hacia el fin de la Tercera Edad. Aunque disfruté de algunos, mientras admiro sus novelas, no soy muy dado a la poesía de Tolkien, aunque en su defensa también diré que seguramente con la traducción deben perder mucho. Sin embargo, los dibujos de Alan Lee en este capítulo lucen como en ninguna otra parte del libro.
Esta selección incluye dos cuentos más: El herrero de Wooton Mayor y Hoja de Niggle que, aunque me gustaron mucho, no alcanzan el nivel de los dos primeros cuentos. Por último, nos encontramos con un largo apéndice: Sobre los cuentos de hadas, una extensa y profunda reflexión sobre el mal llamado cuento de hadas, es decir, el género fantástico en la literatura que incluye maravillas como el fragmento que os he citado al principio de esta reseña. Es la transcripción de una conferencia que Tolkien otorgó el 8 de marzo de 1939 y se trata de una lectura obligatoria para todos los apasionados del género. También hay un epílogo escrito por el ilustrador clásico de las historias de Tolkien, Alan Lee, que comparte sus historia con la literatura de Tolkien y la increíble oportunidad que supone poder ilustrar sus textos.
Me ha gustado leer Cuentos desde el Reino Peligroso. Me apetecía mucho ver como se movía Tolkien en el género fantástico sin su amada Tierra Media, y no me ha decepcionado. Con una magnífica edición, Minotauro ha realizado una recopilado los relatos, poemas y ensayos de Tolkien, un libro que no puede faltar en las estanterías de quienes tengan una colección Tolkien en sus estanterías.
Mi pasión por todo lo que sale de la pluma de Tolkien no empezó con un libro, sino con una película. Aunque mi hermano mayor me había explicado algunas cosas impresionantes de un libro que había leído en la escuela -más tarde supe que se trataba de El Hobbit-, fue cuando, con ocho años, fui a ver El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo cuando me asombró el mundo de Tolkien. Esta película me cambió completamente, me dejó sin palabras, y dividí toda mi pasión entre las aventuras de Harry y las de Frodo. En el patio de la escuela jugaba a la Tierra Media con mis amigos, dibujaba sus personajes y les pedía a los reyes magos todos los juguetes relacionados con las películas. Esta pasión no ha ido a menos a través de los años, y mi pareja me mira raro cuando miramos las películas y descubre que me sé el diálogo entero.
Aunque cueste de creer, no fue hasta hace muy poco que me atreví a leer los libros. Esto se debe a que a los nueve años intenté leer el primero de la trilogía y no pasé de la tercera página, y desde entonces le guardé un gran respeto a la literatura de Tolkien. Sin embargo, cuando hace dos años empecé no pude parar, y aún me reservo la lectura de El Retorno del Rey para dejar descansar la saga como un vino. Sin querer, siempre relacioné a Tolkien con la Tierra Media, pero cual fue mi sorpresa al descubrir que su pluma salió de las fronteras imprecisas de este mundo mítico. Hace relativamente poco Minotauro publicó La caída de Arturo, donde revive las leyendas del rey Arturo de Bretaña. También tradujo del inglés antiguo la leyenda de Beowulf. Sin embargo, lo que más me llamó la atención fue que, incluso en el género fantástico, del que es sin duda uno de los grandes maestros, escribió historias que nada tienen que ver con el mapa en el que situaría El Hobbit, El Señor de los Anillos y Salmarillon. Cuentos del reino peligroso recoge todos sus escritos de género fantástico desconectados de la Tierra Media, la mayoría anteriores a ella pero en los que se pueden observar los elementos que aflorarían con todo su resplandor en las novelas que todos conocemos del famoso escritor británico.
Antes de entrar en el fondo, permitidme hablar de la forma: la cuidada edición con la que Editorial Minotauro homenajea estos escritos tempranos de su escritor estrella. Tapa dura y azul con sobrecubierta, todo el libro lleno de las maravillosas ilustraciones de Alan Lee -el Corominas de la Tierra Media- y un tipo de página de muy buena calidad. Realmente ha sido un placer leer un libro tan mimado editorialmente hablando.
El libro empieza con una introducción escrita por Tom Shippey, un académico considerado uno de los más expertos en los trabajos de J.R.R. Tolkien. En ella repasa todos los cuentos que no esperan poniéndolos cuidadosamente en contexto con el contexto en la vida del autor en el momento en que fueron escritos. Una de esas introducciones que sí están hechas para leer antes de ponerse con lo principal del libro, y que incluso apetece ir releyendo a medida que se avanza con la lectura.
El primero de los escritos es un cuento llamado Roverandom, los aficionados a Tolkien ya sabréis de qué se trata. Yo, al menos, era el único texto incluido en Cuentos del reino peligroso cuya existencia conocía antes de leer este recopilatorio. Nació cuando el hijo de Tolkien, Michael, perdió en la playa un juguete al que estaba muy unido, un perrito de peluche. Aunque lo buscaron durante días enteros no consiguieron encontrarlo y Tolkien, para consolar a su hijo de la pérdida le contó este cuento en el que conocemos a Rover, un perro que muerde a un mago y este, enfadado, lo convierte en juguete. Sin poder moverse pasa de mano en mano hasta llegar a las manos de Michael, quien lo cuida muy bien (no sé vosotros, pero yo aquí veo una inspiración clara de Toy Story). Aunque Rober es feliz con Michael, sigue anhelando recuperar su tamaño y volver a ser un perro normal que pueda ladrar y correr. Por esto, un día que Michael lo deja en la playa conoce a otro mago, Psámatos, quien hará que finalmente se pueda mover, pero no consigue hacer que recupere su tamaño. A partir de aquí, Rover pasará mil aventuras, visitará el lado oscuro y lado claro de la luna y el reino de los mares, conociendo a otros perros que lo ayudarán. Se trata de uno de esos cuentos infantiles inolvidables, que se leen y se vuelven a leer. Disfruté muchísimo de las aventuras de Rover.
El segundo cuento es Egidio, el granjero de Ham y aunque también fue escrito para contarlo a sus hijos, es menos infantil que el primero y en el que ya podemos encontrar el tono que adoptará Tolkien en El Hobbit, con el que mantiene muchas semejanzas. Así, en este cuento también conocemos a un protagonista humilde y hogareño que, sin buscarlo ni quererlo, acaba metido en un entuerto tras otro y, utilizando su bondad, su lealtad, su astucia y su compasión, demuestra ser un verdadero héroe. También nos encontramos con un dragón Crisófilax -el Smaug de esta historia- que, animado por la ingenuidad de un ogro, deja las remotas montañas donde vive para sembrar la desolación en el reino de los hombres cuyos reyes y caballeros le temen más que el pueblo mismo. Pronto se acerca a la granja de Egidio y este tendrá que tomar una decisión.
Este se trata sin duda de mi cuento favorito. Sencillamente no podía dejar de leer y, por el tono y la manera de narrar, podría ser perfectamente situado en la Tierra Media. En él Egidio se tendrá que superar constantemente y descubrirá que en él hay mucho más de lo que cree.
Después nos encontramos con Las aventuras de Tom Bombadil, un seguido de poemas y canciones que suponen la única relación de este libro con la Tierra Media. Sacados del Libro Rojo, estos sonetos son en su mayoría leyendas y bromas de la Comarca hacia el fin de la Tercera Edad. Aunque disfruté de algunos, mientras admiro sus novelas, no soy muy dado a la poesía de Tolkien, aunque en su defensa también diré que seguramente con la traducción deben perder mucho. Sin embargo, los dibujos de Alan Lee en este capítulo lucen como en ninguna otra parte del libro.
Esta selección incluye dos cuentos más: El herrero de Wooton Mayor y Hoja de Niggle que, aunque me gustaron mucho, no alcanzan el nivel de los dos primeros cuentos. Por último, nos encontramos con un largo apéndice: Sobre los cuentos de hadas, una extensa y profunda reflexión sobre el mal llamado cuento de hadas, es decir, el género fantástico en la literatura que incluye maravillas como el fragmento que os he citado al principio de esta reseña. Es la transcripción de una conferencia que Tolkien otorgó el 8 de marzo de 1939 y se trata de una lectura obligatoria para todos los apasionados del género. También hay un epílogo escrito por el ilustrador clásico de las historias de Tolkien, Alan Lee, que comparte sus historia con la literatura de Tolkien y la increíble oportunidad que supone poder ilustrar sus textos.
Me ha gustado leer Cuentos desde el Reino Peligroso. Me apetecía mucho ver como se movía Tolkien en el género fantástico sin su amada Tierra Media, y no me ha decepcionado. Con una magnífica edición, Minotauro ha realizado una recopilado los relatos, poemas y ensayos de Tolkien, un libro que no puede faltar en las estanterías de quienes tengan una colección Tolkien en sus estanterías.
Créditos
Título: Cuentos desde el reino peligroso. Título original: Tales from the Pelirous Realm.
Autor: J.R.R. Tolkien. Traductor: Estela Gutiérrez. Ilustrador: Alan Lee.
Y vosotros, decidme en los comentarios, si pudiérais vivir en un reino peligroso, ¿cuál sería?
¿Narnia, la Tierra Media, Ponente?
6 comentarios
Yo me los leí por separado con ediciones diversas y bueno... no me enamoraron demasiado, lo reconozco.. el de Roverandom se me hizo cansino. Mi preferido es el del dragón, de lejos, fue el único que me recordó un poco al Tolkien que a mí me gusta :)
ResponderEliminarAhora que también es culpa mía porque el problema está en que yo busco esa magia de la Tierra Media, y esto no tiene nada que ver.
Si tuviera que vivir en un sitio así, viviría claramente en la Tierra Media.. entre Rivendel y Minas Tirith ^^
un beesito
También me enganché a la Tierra Media tras ver la primera película de El señor de los anillos. Y ya he leído su trilogía y El hobbit dos veces y seguro que habrá una tercera. Este libro, aunque no alcance la magia de los otros, lo tengo que leer.
ResponderEliminarBesotes!!!
lo tengo en casa en blanda sin leer xD a ver cuando lo hago
ResponderEliminarLeer a Tolkien SIEMPRE es un placer :-))) Además, gracias a "El señor de los anillos" son muchos los lectores que empiezan a descubrir que hay mucho más a parte de la Tierra Media. Me alegra verte disfrutar con estos cuentos, yo también los tengo en casa y son estupendos. Cierto que las ediciones de Minotauro de los últimos años son increíbles ¿has visto la edición aniversario de "El señor de los anillos"? me hace suspirar :-)
ResponderEliminarDe Tolkien he leído El Hobbit y la trilogía del Señor de los anillos. Obviamente quiero continuar descubriendo mundo con él, pero la igual que tu, lo estoy dejando reposar
ResponderEliminarHace tiempo que quiero leer algo del autor, todas sus pelis me encantan pero los libros siempre son mejores, me anoto este porque me gusta lo que cuentas, haber si me hago con él.
ResponderEliminarBesos =)