Entrevista de Mònica Terribas a Albert Sánchez Piñol
19.4.13
¡Buenas tardes trotadores! Hoy os traigo una sorpresa. Estoy a punto de empezar los exámenes finales y no podré estar demasiado por el blog. Por esto y porque simplemente me encanta el escritor, he decidido asistir a la entrevista en directo de Mònica Terribas con Albert Sánchez Piñol que tenía lugar hoy en el Fnac Forum en la Illa Diagonal, Barcelona. Os dejo con lo que he ido escribiendo en mi asistencia a esta fabulosa cita que ha organizado Fnac para todos los lectores del escritor catalán más traducido.
He llegado temprano. He acabado un trabajo que tenía en la universidad y no tenía nada mejor que hacer que ir tirando para la Illa Diagonal. Al entrar al Fnac Forum he visto que aún no había llegado nadie y me ha dado vergüenza entrar. Por eso he entrado al Fnac -tienda- y he comprado dos novelas que me quedan de Albert Sánchez Piñol en idioma original: Tretze Tristos Tràngols (Trece Tristes Trances) y Pandora al Congo (Pandora en el Congo). Salgo con los dos libros bajo el brazo y veo que aun no ha llegado nadie a la cita. Son las 18:30 y la cita está planeada para las 19:30. Me pido un zumo de naranja (sin saber que me valdrá tres euros y medio, maldita sea) mientras leo los dos primeros relatos de Tretze Tristes Tràngols. Albert Sánchez Piñol en seguida conecta con el lector por lo cercano que es al narrar sus historias. Aunque utilice expresiones que pueden parecer simples, detrás de todas ellas se esconde un mensaje muy profundo. Veo que empieza a sentarse gente dentro de la sala y me animo a entrar. Son las 19:00 y después de pagar el dichoso zumo de naranja entro y pido si hay alguna silla con mesa para poder ir haciendo apuntes con el ordenador a lo largo de la entrevista. Una amable organizadora me tiende tres mesas apiladas para que el ordenador esté a la altura adecuada. Es un poco embarazoso ser el único asistente con tres mesas apiladas y con ordenador para tomar apuntes pero, creo yo, ha valido la pena.
A su vez, Albert Sánchez responde que se debe ser comprensivo con el traductor. Él intentó traducir Victus por él mismo pero acabó agotado. Xavier Pàmies -el traductor- encontró soluciones brillantes donde el propio autor no encontraba desenredo posible. Xavier pensaba en la historia constantemente. "Hasta cocinando", dice riendo Albert, "me comentaba que lloraba y no sabía si era por la cebolla que estaba cortando o por Victus". Al traductor se le tiene que dar margen de maniobra según Albert, el autor debe dejar que el traductor se adueñe del texto. "Victus se ha traducido ya a muchos idiomas como el coreano o el ruso, la traducción al catalán es muy importante".
¿Cuando te planeas la traducción de Victus al catalán piensas en los "felpudos rojos" de hoy?, pregunta Mònica refiriéndose a los políticos catalanes de la actualidad.
Con su característica risa traviesa Albert responde que espera que el paralelismo histórico al cual Mònica hace referencia sea solo en los cinco primeros capítulos del libro. Se queda riendo y la audiencia se ríe con él porque su risa invita a reírse más aun. "No sé porque río". Deja de reír, la audiencia refuerza sus risas. De Victus se ha dicho que es oportunista políticamente hablando. Albert insiste que pretendía justamente lo contrario. "Quise evitar que saliera el 2014 porque no quería que fuera oportunista y va y lo sacamos justo antes de la gran manifestación independentista del 11 de septiembre". El libro explica que las clases dirigentes, los popularmente llamados "felpudos rojos", no querían luchar, no tenían esperanzas de ganar esa guerra, creían en la respetable idea de no oponerse para no sufrir mayores consecuencias. Sin embargo la clase popular presionó para que se luchase y se luchó. "Después de la manifestación del once de septiembre del año pasado es una obviedad que todos los partidos catalanes hayan cambiado su dirección". Deja claro, no obstante, que él no cree en lo de que la historia es cíclica y se repite constantemente.
Mònica Terribas abre su ejemplar de Victus y se pone a leer: "He aquí nuestro peor defecto. No saber lo que queríamos, más allá de solazarnos en el reducto de lo pequeño. Esto no, aquello tampoco. Ni Francia ni España, pero incapaces de construir un edificio político propio. Ni resignados a nuestro destino ni dispuestos a cambiarlo. Atrapados entre las mandíbulas lentas de Francia y España, nos conformábamos con capear el temporal". Mónica hace un salto: "Ya lo dijo Séneca: si un marino no sabe a qué puerto se dirige, ningún viento le será favorable". ¿En qué momento pensó: "vamos a escribir Victus?
Queda muy bonito de decir a los periodistas que he estado diez años escribiendo este libro, responde Albert Sánchez Piñol, "un número muy redondo pero no han sido tantos". Albert no recuerda el primer pensamiento pero alude al hecho de que hacía más de veinte años que se manifestaba cada once de septiembre sin saber el porqué de ese día desde el punto de vista histórico. Empezó a investigar y se quedó maravillado con toda la información que encontró. Hay muchas cròniques que relatan los hechos que sucedieron aquel 1714, "y muchas curiosamente en castellano", menciona Albert. Intentó recrearlo con toda la similitud posible. Muchos países les gustaría ser poseedores de hechos históricos como el asalto de Barcelona, "y la tierra catalana es rica en esto".
"Es posible, en cambio Rafael Casanova no queda muy bien parado en este libro". Se ríe. "Cuando escribí este libro nunca pensé que a los medios de ultraderecha y españolistas les pudiera llegar a gustar. Pero les gustó". Albert dice que un razonamiento es que estos medios se aprovechan del hecho de que Villarroel era castellano y, en cambio, Casanova es catalán y queda mal. Presumen de ello sin saber que esto es justamente una crítica a su actitud actual hacia Cataluña, mucho más impermeable que la del general castellano. "Lo han interpretado mal" dice entre carcajadas el autor de Victus, que sin embargo se alegra de que les guste Victus. "Para la mayoría de gente Villarroel es una calle que baja. La gente no sabe su significado". Múltiples risas en la audiencia le dan la razón reconociendo su pasada ignorancia.
Con una sonrisa Mònica Terribas comenta un momento del libro en el que el general Villarroel lucha hasta el final mientras que el gobierno catalán abandona.
Es un hecho histórico y probado el que Rafael Casanova sale con la bandera y los dirigentes no. "La tragedia de Casanova quizás es que fue bueno pero estaba rodeado de grandes héroes", reflexiona Albert. Inspira aire y se refiere al general Villarroel: "él dimite de su cargo no por cobarde sino como militar profesional que sabe que se avecina una masacre. Los dirigentes catalanes aceptan su dimisión y está documentado el momento en el que se despede de los soldados diciendo que ojalá fuera él soldado para morir junto a ellos. Y aunque se puede ir sin deshonor alguno decide quedarse hasta el final de la batalla. Consecuentemente es herido y acaba como acaba, en un presidio de Galicia en el que, cuando la marea subía, el agua le subía por los pies". Albert Sánchez Piñol define a Rafael Casanova como un personaje que nunca está cómodo en su papel porque es realista mientras que para Villarroel, partícipe en más de una misión suicida, morir no es un sacrificio. Después de la guerra Francesc de Castellví buscó testigos de los dos bandos para escribir una crónica de la batalla y entrevistó a Rafael Casanova. "En esta entrevista se puede ver entrelíneas que era un hombre amargado, un hombre al que derrotaron", cuenta un Albert muy reflexivo, "la derrota barre la imagen física de algunos personajes en sus retratos". Albert Sánchez incorporó en su libro retratos de Belwick y Verdroom pero ninguna de Villarroel o Casanova por esta misma razón. Cuando Mònica Terribas le pide su opinión acerca de Berwick el autor de Victus comenta que la altura de un protagonista la da su antagonista. "Berwick era un fiera, un criminal sin escrúpulos, un producto de Versalles, hablaba seis idiomas y era muy peligroso. Si lo hubiéramos tenido de nuestro lado quizá la guerra hubiera tomado otro cauce", bromea Albert. Nos comenta una anécdota que cree que menciona en el libro: "Berwick, el general responsable del asalto a la ciudad de Barcelona, era primo hermano de Malbrough, militar inglés. Pese a estar en los bandos opuestos durante la Guerra de Sucesión mantuvieron correspondencia privada sobre jardinería y otros temas la mar de interesantes mientras los suyos se masacraban". "Esa era la manera de hacer de la época", dice Albert riéndose aun más, "hoy en la guerra media violencia simbólica, no física".
Mónica comenta que el libro dice que como los catalanes siempre se creen que tienen la razón, se creen también que el mundo se dará cuenta y acabará por darsela. "¿Hay aquí un paralelismo con la actualidad? ¿Te refieres a Europa?"
La respuesta a esta pregunta resulta ser de lo más breve: "Los escritores nunca hablamos de pasado o futuro, siempre hablamos de nuestro presente. Al fin y al cabo, soy una persona del siglo XXI".
"Hay muchas cosas de las que nos damos cuenta pero cuando lo leemos en un libro nos impacta mucho a los lectores", comenta Mònica, "y si algo deja claro este libro es que Castilla y Cataluña son completamente diferentes".
"Lo más trágico de todo es ver como en el presente se perpetúa", responde Albert, "al fin y al cabo en la Guerra de Sucesión juegan de una forma paralela los intereses entre Inglaterra y Francia y el choque inevitable entre Castilla y Cataluña". Albert nos cuenta que Castilla y Cataluña tenían sistemas totalmente diferentes: "en Castilla lo que decía el Rey iba a misa. En cambio, Cataluña tenía un concepto muy distinto, el Rey tenía que ayudar a los suyos". Nos explica un dato: "Felipe V, antes de la guerra, firma las Constituciones Catalanas. Sin embargo los catalanes no se fían del todo. Pensad que era el mismísimo hijo del Rey Sol, de los reyes más absolutistas que han habido." Albert cita a Felipe V: "Las últimas Cortes han dejado a los catalanes más repúblicos que los ingleses con su Parlamento". Remarca que para Castilla la existencia y el funcionamiento de las Cortes Catalanes era intolerable.
Mònica Terribas vuelve a leer Victus en voz alta: "en realidad España no existe; no es un sitio, es un desencuentro".
"Lo más triste de Victus es que lo que se explica allí todavía no se ha acabado". Albert responde que todo el edificio político catalán se derrumbó el doce de septiembre de 1714, hasta ese momento España era un estado confederal. De repente, señala al cielo y riendo nos explica una curiosidad más: "¡Por cierto!, ¡ahora no lo dicen pero los vascos fueron muy fieles a Felipe V!". El autor de Victus reflexiona: "confiamos en Europa y en realidad nadie ayuda a nadie en las relaciones internacionales. No estamos hablando de una guerra con un final seguro. Se están descubrieron documentos continuamente y recientemente se descubrió, por ejemplo, una carta que escribió Joris Prosperius Van Verboom, que aparece en el libro, en el que pedía a Felipe V un título mobiliario y adjunta todos sus méritos. Uno de estos méritos dice que Berwick estuvo a punto de cancelar el asalto. Llovía mucho y el ambiente estaba húmedo, eso en aquella época significaba la nulidad de la tecnología militar. La lluvia era fatal por la pólvora. Verboom, sin embargo, insistió y el asalto prosiguió. A veces se tiene como una derrota total y realmente la derrota no era inevitable. El problema realmente fue que la potencia francesa ayudaba a España y nadie ayudó a Cataluña". "Los catalanes no pretendían ganar la guerra, simplemente no la querían perder", añade Albert.
Mònica Terribas interviene diciendo que ha leído en el libro una cosa que le ha oído decir a Artur Mas personalmente: "que no nos juzguen por algo que no hemos hecho".
"Si hoy existimos como catalanes fue por aquella gente", recuerda Albert, "a los borbónicos les daba escalofríos la resistencia de los catalanes y por eso construyeron la fortaleza de la Ciutadella, un tumor urbano que ocupaba el 20% de la ciudad de Barcelona y para realizarlo derrumbaron una parte de la ciudad. Cuando finalmente los catalanes quitamos ese desastre, en el mismo lugar levantamos el Parlament de Catalunya. Así somos los catalanes", ríe Albert. "Esa derrota, lejos de separarnos y desanimarnos nos unió e incrementó la catalanidad"
Mònica Terribas comenta que en la actualidad no se sabe muy bien hacia donde dirigirse, qué camino tomar. Se denota un asedio no violento contra el proceso sobiranista de Cataluña.
"Es lo que se dice", responde Albert Sánchez con una sonrisa traviesa, "junte a tres catalanes y tendrá cuatro opiniones". La audiencia se ríe. "Sin embargo, lo que es innegable es que somos demasiado exigentes con nosotros mismos. Todo movimiento cuando nace tiene enfermedades infantiles, las cosas tardan en desarrollarse. Sin embargo en los últimos años el escenario ha cambiado mucho".
La entrevistadora mira al escritor a los ojos. "Tenías la finalidad de dar a conocer esta historia y has dicho que ha tenido una buena acogida". ¿Es la llave política para que la gente comprenda la historia de Cataluña?
"La narrativa tiene un poder que no tienen otros géneros literarios", afirma Albert, "los académicos de Historia hacen múltiples congresos pero no reúnen a demasiada gente. La narrativa es un arma divulgadora muy grande. Por parte del escritor, como narrador que es, debe tener unos 'instintos asesinos' con la documentación. Me refiero a saber qué datos tienen más interés narrativo. Por ejemplo, cuando en Victus estudiantes de Derecho y Filosofía van al frente comandados por su catedrático. Es verídico, sí, pero también es narrativo". También pone el ejemplo de la oportunidad perdida de Mataró en el que incorporó palabrotas pero el hecho es verídico y se recoge en las cròniques.
"Esteve Ballester le dice a Zuviría que luchan por las generaciones futuras", señala Mònica, "¿hoy nos falta esta visión a largo plazo?
Albert Sánchez Piñol es del parecer que hoy todo es muy instantáneo. "El diario de hoy mañana servirá para envolver pescado". La audiencia ríe cuando Mònica interviene diciendo que todos los diarios menos el Ara, ya que ella es editora del mismo. "Todo caduca muy rápido", prosigue Albert entre risas, "leyendo las fuentes te lo planteas a menudo. A Ballester le mataron la família y buscando motivos, por descarte, se acaba luchando por el bien colectivo". El autor de Victus y La piel fría nos habla de los miqueletes, que se tenían como bandidos pero confiaban mucho en el papel como superviviente en el tiempo. "Tenían mucha más consciencia de la posterioridad que muchos de los nobles que tan solo buscaban beneficio inmediato". Se pone serio y nos comenta que le parece intolerable que se separen la cuestión social con la nacional. "Siempre van unidos. Los borbónicos querían sacarle a los catalanes derechos tangibles para las clases populares. Por poner un ejemplo, los castellanos no podían reclutar a catalanes si no estaban en peligro estos últimos. Las cortes catalanas eran inversas a las catellanas. En estas últimas las cortes estaban al servicio del Rey, en cambio en las primeras el Rey pedía y según cómo decidían las cortes recibía el dinero solicitado de los catalanes.
Mònica Terribas subraya la pasión con la que Albert Sánchez Piñol narra la historia. "El narrador es Martí Zuviría, un chico que acaba siendo ingeniero. ¿Por qué elegiste esta mentalidad?"
Albert responde que los hechos que son relatados son tan grandilocuentes que necesitaban una voz poderosa. "La ingeniería militar, en Francia y en aquella época, era un oficio elitista y sofisticado, era muy importante para los intereses de Francia. Vauban era muy importante y aun hoy se recuerda allí porque revolucionó el arte de fortificar. Construir y conquistar castillos era de vital importancia. Vauban tan solo escribió dos libros: como proteger y como asaltar. No pudieron ser bestsellers porque los dos se declararon de conocimiento secreto por el Rey de Francia, aunque ya se habían inventado las copias ilegales en aquella época". Albert Sánchez eligió el oficio de ingeniero para el protagonista de su novela porque suponía una gran contradicción que un oficio de naturaleza tan racional acabara en el asalto más irracional del siglo. "En aquella época se decía que cualquier plaza, por muy bien defendida que estuviera, no podía aguantar más de treinta días, y con pocos muertos. Barcelona aguantó trece meses y el asalto provocó muchísimas muertes".
Antes de despedirse Mònica le pregunta a Albert por los puntos del ingeniero que siguen toda la narración y acaba siendo la obsesión de nuestro protagonista. El autor de Victus reconoce que son inventados. "Todo lo conciernente a la vida privada de los protagonistas es pura ficción y los puntos enganchaban al lector". Apago el ordenador y me desplazo como un león hambriento a que me firme los dos libros que he leído y los otros dos que he adquirido antes de asistir a esta magnífica entrevista. "¡Ahí va, me traes una biblioteca entera tú!". Una mujer en la cola dice en broma que "eso es abuso". Me disculpo admitiendo la culpa de aprovechar esa oportunidad. Mientras firma mis libros con una rapidez y un pragmatismo acorde con la personalidad del escritor nos comenta que hay muchos capítulos autónomos a la historia que fueron excluidos de Victus. "Unas doscientas páginas". En principio se colgarán en la web de la novela. La misma mujer comenta que Martí Zuviría aun debe tener muchas cosas que contar. Albert Sánchez Piñol se ríe y le sigue la broma: "nadie lo sabe pero la independencia de Estados Unidos se debió a una visita de Martí". Nos reímos todos. Albert es un escritor cuya personalidad y saber hacer va de la mano con su manera de escribir. Cuando habla se le denota una pasión que noté también en mi lectura de Victus. Me despido de él y lo felicito. Debe estar harto de recibir felicitaciones pero desde aquí le puedo asegurar que la mía no era una felicitación vacía.
¡Espero que os haya gustado tanto como a mí! Aquí encontraréis la reseña de su novela Victus.
14 comentarios
Una entrevista interesantísma. Ya sabes que gracias a tu reseña Victus ha convertido en una prioridad: a ver si lo puedo leer relativamente pronto! 1beso!
ResponderEliminarMuy interesante. Yo lo he escuchado, hace ya unos cuantos meses, en Página2 y me gustó bastante la charla que mantuvo con el presentador del programa. Sin duda, creo firmemente que es un autor a descubrir.
ResponderEliminarGracias por compartirla y mucho éxito con los exámenes. Un abrazo,
Nada Trotalibros, no te preocupes, tu dale a los exámenes con todas tus ganas para que salgan estupendamente. Yo te mando mis mayores ánimos desde aqui para que salga todo lo mejor posible ;)
ResponderEliminarA mi me has conquistado con las mesas apiladas jajaja. Y bueno, hay que agradecértelo para que ahora podamos tener los fragmentos de la entrevista.
Ahora puedes asesinarme, porque he visto que has escrito una reseña del libro, pero no se cómo, ueno sí, google no em ha avisado de tu actualización, se me había pasado leerla. Así que he tenido que parar de leer la entrevista para leer la reseña del libro y luego volver. Aunque conocía al autor, lamentablemente solo de oídas, pues no he leído nada de su obra, por la reseña que nos traes y ahora la entrevista me ha parecido un hombre que merece la pena leer. De estas personas que tienen algo que decir y por eso escriben, de forma que sabes que su obra va a ser consistente solo por lo que ya has oído. Leído en este caso.
Y, a pesar de no poder animarme con la lectura en catalán, sí que me apunto Victus, para leerlo en español. Entre los tres habéis despertado mi curiosidad, porque aunque no sea el tipo de libros que suelo leer, sí que me he quedado con ganas de más. Y es que se nota cuando alguien escribe con verdadera pasión sobre un tema y creo que en esta entrevista y en el reseña anterior has volcado todo lo que te ha transmitido. Y eso para mi es motivo más que suficiente para darle una oportunidad. Ya te contaré ;)
Besos
Pues no he leído nada de él, pero vaya crónica más minuciosa y entusiasta. Mucha suerte con esos exámenes. Un beso!
ResponderEliminarNo he leído nada del autor por lo que me ha resultado muy interesante poder conocerle algo.
ResponderEliminarMucha suerte con los exámenes finales!
Un beso!
He visto tras darme una vuelta por tu blog que lees de todo y eso me gusta. La entrevista muy lograda. Me quedo por aquí.
ResponderEliminarUn saludo.
No conocía al autor, y tal vez me anime. Por cierto, la entrevista es estupenda
ResponderEliminarMe ha encantado y te agradezco muchísimo que lo hayas compartido con todos nosotros
ResponderEliminarBesos
Que crónica tan interesante la que nos traes, enhorabuena. Besos.
ResponderEliminarВuеnas
ResponderEliminarRеcοnοzcо que hasta hacе poco no me
motivabа ԁеmasiadο estesitіо, sin embargo
ahora estoу vіsitandolo mas a menudo y me ha emрezado a guѕtar.
A seguir igual!
Para mas informаcion - elgeekjavier299.kazeo.com
No me ha gustado nada. El argumento es poco creíble y destila una castellanofobia mal disimulada. Lo más gracioso es que en esta entrevista Sanchez Piñol se queja de que en el resto del estado ha gustado por que Villarroel era castellano y que eso es entender mal el libro. Pero Sanchez Piñol en las entrevistas que da para medios no catalanes lo primero que resalta es precisamente eso, que quien murió defendiendo Barcelona fue un castellano. Luego a lo mejor no se trata tanto de que en España hayan entendido mal el libro como de que Sanchez Piñol explica su novela de manera muy diferente según quien sea el interlocutor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola a todos, el libro está genial muy entretenido y enriquecedor. Pregunta, alguien sabe si esta Comunidad de Ingenieros Puntuados existió? Buscaba imágenes sobre los Puntos que se tatuaban para ver los detalles y hacerme uno, pero no encuentro referencias. Alguien sabrá jaja?
ResponderEliminarHola a todos, el libro está genial muy entretenido y enriquecedor. Pregunta, alguien sabe si esta Comunidad de Ingenieros Puntuados existió? Buscaba imágenes sobre los Puntos que se tatuaban para ver los detalles y hacerme uno, pero no encuentro referencias. Alguien sabrá jaja?
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